Industria de cruceros: algunas reflexiones
PABLO ICAZA
Si algún sector ha sido golpeado por la pandemia, sin duda ha sido el turístico y, dentro de éste, el segmento de cruceros. Durante los primeros meses de 2020, todos los viajes en crucero fueron suspendidos. Las cuarentenas obligatorias fueron parte de las historias que los medios de comunicación relataban. Pasajeros varados en los principales destinos y la incertidumbre que se generó fueron ampliamente abordados.
Al revisar el precio de las acciones de tres de las principales compañías, alcanzaron su máximo el 13 de enero de 2020; después inició una pequeña baja, para continuar con un desplome un mes después y que se prolongó cuando se decretó la pandemia mundial el 11 de marzo de 2020. Con el surgimiento de las vacunas y los protocolos de higiene, comenzó una paulatina recuperación en 2021, que fue interrumpida en noviembre con la llegada de la variante ómicron.
Se reanudó el alza hasta mediados de febrero, hasta que la inminente guerra en Ucrania mandó mensajes de desaliento por el alza del precio de los combustibles, que tarde que temprano se reflejarían en incremento de las tarifas, reducción de rutas por cuestiones de seguridad y del bloqueo económico, pero también ante los temores de un escenario mundial de estanflación (recesión con inflación).
A pesar de la significativa recuperación que ha tenido la industria de cruceros en los últimos meses, está muy lejos de los tiempos de auge de finales de 2019. Es un sector que tiene una elevada elasticidad ingreso, que es muy sensible al factor seguridad en un sentido amplio: salud, delincuencia, tranquilidad, etc., y que es un parámetro muy fidedigno de cómo se desempeña la actividad económica de turismo y de viajes.
La balanza de pagos de México reporta un panorama similar. En 2019, los ingresos que aportaron los pasajeros en cruceros alcanzaron un máximo de 626 millones de dólares (mdd). En 2020, se desplomaron y sumaron 182.3 mdd, esto es 70.9% menos. En 2021, la caída continuó y bajaron 31.8% a 124.4 mdd. Si bien estos montos son relativamente bajos respecto a los ingresos por visitantes internacionales, la economía de algunos destinos, como Cozumel dependen de esta actividad, por lo que su reactivación es una excelente noticia.
Si consideramos las cifras de Datatur, observamos cómo estaba la situación antes de la pandemia. Así, en 2019, México recibió 8 millones 926 mil 617 pasajeros en crucero con 2 mil 951 arribos. Del total de pasajeros, 51.2% llegó a Cozumel, 18% a Majahual, 7.6% a Ensenada, 6.1% a Cabo San Lucas, 5.4% en Puerto Vallarta, 5.3% Progreso y Mazatlán 4.3%. Queda claro que el Caribe es la principal zona, complementada por el Pacífico.
En 2020, el país recibió 2 millones 293mil 126 pasajeros y hubo 865 arribos. La distribución por pasajeros fue similar: Cozumel, con 49.4%, Majahual aportó el 19.8%, Puerto Vallarta 6.6%, Cabo San Lucas 5.9%, Ensenada 5.9%, Progreso 5.1% y Mazatlán 4.5%.
En 2021, los números empeoraron. Se recibieron un millón 486 mil 790 pasajeros y hubo 833 arribos. A Cozumel llegó 43.9% de los pasajeros, seguido de Majahual (22.7%), Cabo San Lucas (9.2%), Puerto Vallarta (7.3%), Mazatlán (6.6%), Ensenada (6.3%) y Puerto Progreso (3.4%).
La gastronomía, los atractivos naturales, la cultura y las amenidades son ventajas competitivas que los destinos mexicanos ofrecen a los pasajeros de cruceros. A lo largo de la costa de Belice y Quintana Roo se localiza el segundo arrecife de coral más grande del mundo, mantenerlo en buen estado es promover un turismo ecológicamente responsable.
Los pasajeros en cruceros son visitantes de día, que tiene que estar a tiempo para abordar de nuevo la embarcación, por lo que la calidad y eficiencia son fundamentales para inspirar confianza al turista. En este sentido, destinos más recientes como Roatán, Honduras, que tienen playas limpias con peces a la orilla, compiten con los mexicanos, pero a su vez son complementarios porque son parte de un circuito o de rutas que tocan varios puntos.
El sargazo que se ha venido acumulando por el cambio climático y la mayor temperatura del agua en el océano Atlántico ha reducido el atractivo de Costa Maya (Majahual) y la Riviera Maya. Sin embargo, para los cruceros el tema de la seguridad tal vez es el más relevante. Platicar con taxistas es la clave. Tienen bien medido el pulso y les asusta lo que está pasando en Cancún y no quieren que eso pase en Cozumel.
El turismo es la principal fuente de ingreso de muchas regiones del país. Por lo que se requiere un esfuerzo transversal de varios sectores y de diferentes niveles de gobierno. Sin embargo, que la economía local dependa tanto del turismo, la coloca una situación de gran vulnerabilidad, cuando atravesamos una “época de vacas flacas”. No en balde los organismos internacionales han señalado que países que dependen mucho del turismo, han sido de los más perjudicados por la reciente recesión y que su recuperación tardará en lograrse.
Parte de estas reflexiones, son resultado de haber tenido recientemente una experiencia real. Un viaje por seis días con tres paradas en tierra. El barco llevaba 4 mil 500 clientes de 6 mil posibles (75% de capacidad), sin contar a la tripulación. Requisitos: constancia de vacunación completa y prueba Covid-19 de antígenos con antigüedad máxima de 48 horas. El miedo no anda en burro.