25 de Noviembre de 2024

Volatilidad implica subidas y caídas

PABLO ICAZA

El martes pasado todo parecía ir viento en popa: la Bolsa Mexicana de Valores superaba por primera vez los 56 mil puntos, el tipo de cambio de mayoreo reportado por Banco de México (Banxico) cerraba en 19.9518 pesos por dólar, por debajo del nivel de los 20 por primera vez desde el 22 de septiembre pasado y los resultados de las exportaciones de febrero fueron muy buenos. El optimismo de los mercados internacionales se debía a la caída del precio del barril de petróleo ante la expectativa de una salida negociada en la guerra de Ucrania y ello se reflejaba en general en los mercados del mundo.

Los datos de la balanza comercial de mercancías de México en febrero fueron bastante buenos. Las exportaciones automotrices y en general del sector manufacturero crecieron a tasas anuales muy elevadas. Las importaciones en todos los rubros crecían, reflejando el dinamismo de la economía. El repunte de febrero remontó las malas señales de enero; aunque la comparación respecto a 2021 es bastante favorable por las fuertes heladas en Estados Unidos (EU) registradas ese mes del año pasado, que afectaron la actividad comercial.

En EU, se informó que hay 11.3 millones de puestos de trabajo disponibles, es decir, que las empresas están demandando trabajo y que todavía hay mucho impulso para la expansión económica. Estamos cerrando el primer trimestre y al parecer las empresas van a reportar buenos resultados a pesar de las complicaciones generadas desde finales del año pasado ante las ausencias laborales por la variante ómicron y la mayor inflación.

Pareciera ser que los inversionistas dijeran “no quiero oír malas noticias”. Así que no se hable de que China decretó un agresivo confinamiento en Shanghai, ni que se presentó una curva invertida entre el rendimiento de los bonos del tesoro de 2 años y las notas de 10 años de EU, que es una señal de recesión futura; tampoco que hay presiones inflacionarias fuertes que obligarán a la Reserva Federal a subir 50 puntos base en mayo y a realizar varios incrementos más adelante. Al menos en el corto plazo, el panorama en EU y México se ve bien, y pensarían ya veremos qué pasa más adelante.

El problema es que cuando solo se escucha lo que se quiere oír, fácilmente se cae en rachas de optimismo que pueden terminar mal, cuando lleguen datos duros que no respaldan las tendencias alcistas. En México, algunos de los principales comentaristas tratan de infundirnos optimismo con la idea de que la reforma eléctrica no se va a aprobar hasta después de junio y con cambios. Pero este mensaje no cuadra con la directriz presidencial de que se apruebe sin moverle una coma en Semana Santa, para que el Senado lo haga antes de que concluya el periodo ordinario.

Por lo pronto, el favorable crecimiento de EU puede influir en el sector exportador. La desglobalización ocasionada por la guerra comercial con China, ha propiciado la búsqueda de cadenas de proveeduría cercanas y alentado la actividad exportadora en el norte del país. La llegada de turistas residentes en el extranjero reactiva destinos como Cancún, Riviera Maya, Los Cabos, Nuevo Vallarta, etc. Esto es, actividades económicas impulsadas por el sector externo tendrían un alentador dinamismo.

La recuperación en México ha sido impulsada por la producción de bienes manufacturados, aunque se han generado presiones inflacionarias por problemas en la cadenas de suministro, y la mayor demanda de bienes ha elevado más sus precios; sin embargo, se espera que el dinamismo se amplíe al comercio y a los servicios por lo que el repunte de precios se está comenzando a registrar en rubros que habían tenido un desempeño moderado. Por ejemplo, si el precio de los combustibles continúa creciendo, los boletos de avión seguirán subiendo incluso en temporadas bajas. Hay una demanda reprimida provocada no solo por caída de ingresos de los hogares posterior a la pandemia, sino también por la imposibilidad de viajar ante el temor de contagios. De tal forma, que una vez que comiencen a mejorar los ingresos y regrese la seguridad para salir de vacaciones, se esperaría un fuerte repunte, con la consiguiente alza de tarifas.

En algún momento los productores van a trasladar el incremento de los costos a los consumidores, especialmente cuando la recuperación económica sea más franca y sostenida. No solo ha subido el precio de las materias primas y los energéticos, también los de maquinaria y equipo, así como, el precio de las viviendas porque los materiales de construcción se han encarecido, desde la madera y la varilla hasta el cemento.

Sin embargo, las importaciones de bienes de capital, a pesar de su recuperación, están lejos de los niveles alcanzados en agosto de 2018. No hay confianza para reactivar la inversión. A pesar de las señales favorables de otros indicadores, las expectativas no terminan de mejorar. Primero, fue la incertidumbre por la negociación del TLCAN que se extendió hasta finales de 2019; después la del inicio de gobierno por las políticas que se adoptarían, posteriormente por las medidas implementadas y ahora por la falta de confianza generada por la propuesta de reformas económicas que los empresarios no considerarán adecuadas, a pesar de los esfuerzos de las autoridades por resaltar la fortaleza de las finanzas públicas, los adecuados niveles de endeudamiento y la estabilidad financiera.

Las autoridades mexicanas han realizado presentaciones en Nueva York con inversionistas y calificadoras, buscando persuadirlas de que modifiquen la perspectiva negativa de las notas de deuda. Han intentado convencerlos de que las reformas propuestas no modificarán el ambiente de negocios y que la situación financiera de Pemex, que es el factor de riesgo señalado por todas, ha mejorado.

Sin embargo, las expectativas de crecimiento del PIB siguen a la baja. Varios bancos, consultoras y especialistas ya ubican el alza en niveles de 1.5% este año, por el efecto de las mayores tasas de interés para contener las presiones inflacionarias, la creciente posibilidad de ajustes de gasto ante la menor recaudación tributaria y las presiones que ejercen los subsidios a los energéticos, puesto que la mayor factura petrolera por exportaciones compensará en parte los menores ingresos por venta de gasolina para evitar mayores alzas, pero no será suficiente porque su precio se determina en los mercados internacionales, considerando que México importa alrededor de 70% de la que se consume.

La dura realidad es que el marco macroeconómico que las autoridades presentaron en septiembre del año pasado con los Criterios Generales de Política Económica para 2022, se ha modificado radicalmente por cambios en el entorno externo e interno, por lo que el escenario de los PreCriterios de Política Económica 2023 que se presentarán en estos días, modificará radicalmente las proyecciones de crecimiento e inflación. Banxico ya lo hizo recientemente.