Holísticamente, buscando la transformación, y el cambio de vida, completando el autoconocimiento, la autorreflexión, el aprender a desaprender, el estallido de la consciencia, no se puede pasar por alto el resignificar.
El discurso que manejamos sobre nosotros mismos y sobre nuestra historia es piedra angular para construir nuestra visión ante los sucesos y personas que tenemos que ir sorteando en nuestra propia historia de vida.
Somos emoción y por lo tanto, el urgente entender que la gestión de esta, acompañada de un enfoque positivo, de la mano de un ejercicio de observación y de recuerdo bien analizado y enfocado a tomar de todo lo que se nos presenta lo bueno, nos llevará a caminos más sanos de convivencia con nosotros mismos y con los demás.
Porque no se puede olvidar que nuestro principal amigo, nuestro huésped más importante somos nosotros. Y es por ello que a últimas fechas le he estado hablando y alentando tanto sobre la comunicación intrapersonal. Porque nuestra propia relación hablará y dará pautas a las relaciones que podamos entablar con los demás.
Si usted es su peor enemigo o está hecho un caos, no espere resultados diferentes en el exterior.
Entonces, otorgarle un sentido diferente o un valor más constructivo a nuestras experiencias para lograr que estas sean edificantes y enriquecedoras es resignificar.
Ya sabe que la mayoría suele ser campeón olímpico en la tragedia, el drama y la victimización, pero déjeme decirle que esas frecuencias son bajísimas y solo nos perjudican y nos hacen vivir en círculos viciosos. Al resignificar, palabras más, palabras menos, le encontramos todo lo bueno a lo que de primera pensamos que es malo. Damos oportunidad y una mejor comprensión a todo aquello que pueda parecer un suceso terrorífico, y le otorgamos la oportunidad de dejarnos la enseñanza para la cual estuvo configurado. Porque es un hecho que las cosas o los sucesos no se pueden cambiar, pero lo que sí, es la manera en que significan para ti. Se puede resignificar en tiempo pasado, presente y futuro. Y como es largo de explicar, puntualizaré solo en la resignificación del recuerdo.
Gabriel García Marqués decía (una de las frases que más me gustan por siempre) qué: “La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y como la recuerda para contarla”. Yo aquí acotaría que más que para contarla a los demás, es como nos la contamos a nosotros, y de ahí para adelante. Y no, no se me vaya a confundir pensando que lo estoy alentando a alucinar, o a auto mentirse, por favor, entiéndame bien, se trata de aprender de lo vivido, valorarlo y reconfigurar al discurso, para que el hecho o la persona más que sentar un precedente de hastío, sea punta de lanza para la mejora. Es por lo que el auto cocimiento y la autorreflexión tienen que estar presente. Ahí es donde no podemos dejar de concebir el sentido holístico de la evolución.
Comience dejando de preguntar por qué y adoptando el para qué. Hágase preguntas básicas como: ¿Para qué tuve que vivir esto en mi vida? ¿Qué me aportó? ¿Tuve un aprendizaje importante?
Le aseguro que comenzará a encontrar tintes nuevos a las fotografías mentales con las que se quedó y con ello podrá aligerar otras patologías como la ansiedad.