23 de Noviembre de 2024

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Claudia Sheinbaum es la favorita del Presidente; su hija política, quien ha sido leal al movimiento y a los ideales de Andrés Manuel López Obrador desde la creación del PRD, en 1989. La actual jefa de Gobierno está en el corazón del tabasqueño y más aún en el de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller y en el de su hijo Andrés Manuel López Beltrán “Andy”, quien lleva múltiples asuntos en el gobierno. Ambos operan en Morena y en Palacio Nacional para que la “doctora” sea la candidata y la sucesora de AMLO. Pero también hay dudas sobre su desempeño y la frase de su campaña anticipada #EsClaudia puede desvanecerse rápido hasta llegar al punto de que la elección se ponga en riesgo.

Por esto último, el Presidente no ha tomado una decisión. Le gusta jugar con los nombres, las formas y los símbolos. Quiere ver qué tan competitivas pueden ser por sí solas sus “corcholatas”, no solo para hacer una buena campaña, sino para gobernar si, como todo apunta hoy, Morena volverá a arrasar en el 2024. López Obrador les dice a sus tres aspirantes la frase que usó como mantra en todas las elecciones en las que ha competido: “muévanse, recorran el país, gánense a la gente”. Algunos, como el caso de Sheinbaum, también lo han interpretado como un banderazo de salida para declarar la guerra contra sus competidores, en específico contra el canciller Marcelo Ebrard, con quien se batió en lucha frontal de descalificaciones y culpas frente a la tragedia de la Línea 12 del Metro.

Precisamente el desplome del tramo elevado de la Línea 12 del Metro, que ocasionó 27 muertes y en buena medida fue visto como un escándalo que quedó en la impunidad, es uno de los principales handicaps de la jefa de Gobierno; no hay forma de que, si gana la candidatura de Morena, no sea vapuleada por la oposición por este tema y otros relacionados con el principal medio de transporte de los capitalinos. Otra desventaja para obtener la candidatura es la falta de experiencia política, evidenciada en el 2021 en las elecciones intermedias donde el partido oficialista perdió la mitad de las alcaldías de la capital, el bastión de izquierda que catapultó a López Obrador a nivel nacional.

Por esta razón es que la jefa de Gobierno ha puesto mucha de su atención y operación en la CDMX. Lo mismo se pone al tú por tú con alcaldesas, que persigue judicialmente a alcaldes de oposición. Sheinbaum, sin embargo, no lleva mano para elegir a su sucesor o sucesora. Aquí hemos publicado varias veces que su apuesta –según el propio presidente de Morena– es una joven progresista que se gane a la clase media que no tiene, y ve esos atributos en la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, quien también adolece de inexperiencia política y electoral. Su otra carta es su eficiente secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, quien sale siempre bien posicionado en las encuestas, pero se dice que en Palacio Nacional ya lo descartaron y él mismo se ha auto descartado. Las otras opciones no son de Sheinbaum. Martí Batres, Rosa Icela Rodríguez, Clara Brugada y el propio Mario Delgado son “harina de otro costal”. La debilidad política de Morena en la capital puede poner en riesgo la elección del 2024, aun ganando el Estado de México.

Sheinbaum tiene la ventaja de ser mujer, para un Presidente que quiere dejar su nombre marcado en los libros de historia, convirtiéndose en el revolucionario que otorgue por primera vez la banda presidencial a una mujer. Pero esas mismas tendencias machistas podrían ser la causa y razón de la decisión: la búsqueda de una mujer que cuide y perdure el legado de uno de los gobernantes más populares de la historia. Ya lo dijo AMLO en los momentos más duros de la pandemia: “la gente quiere cambiar el rol de las mujeres y esta es una de las causas justas del feminismo, pero la tradición en México es que las hijas son las que cuidan de sus padres”.

Sheinbaum lleva la delantera en las encuestas. Su apuesta se centra en mantener durante éste y el siguiente año el estatus de las cosas, y en hacer real el rumor que corre sobre que su designación ha sido siempre parte de una promesa presidencial.