Reza una máxima de la política que los aliados de hoy serán los verdugos del mañana, lo cual significa que nadie como un antiguo aliado para convertirse en el mejor verdugo de quien en su momento lo apoyó y ayudó. Los ejemplos sobrarían por miles en la política mexicana, pero nos centraremos en uno muy reciente y que tiene que ver con los resultados de la reciente elección en el Estado de México: el principal ejecutor en la plaza pública del gobernador priista Alfredo del Mazo, tras la derrota de su candidata en esos comicios, ha sido precisamente el dirigente nacional de su partido, Alejandro Moreno Cárdenas.
Alito ordenó, desde la noche del domingo, una campaña en redes sociales, medios y columnas políticas, en contra del mandatario mexiquense, a quien acusó directamente de ser el culpable de la derrota histórica del PRI en el que se consideraba el último gran bastión del viejo partido. La andanada fue iniciada apenas se confirmaron las tendencias a favor de la morenista Delfina Gómez, por parte de la vocera del CEN priista, Paloma Sánchez, quien por instrucciones directas de su jefe subió un mensaje a su cuenta personal de Twitter, en donde llamaba a Del Mazo “gobernador traicionero” y lo acusaba de haber entregado el estado a Morena y a López Obrador a cambio de una negociación política. “¿Qué embajada habrá negociado Del Mazo?”, preguntó la también diputada federal.
Las acusaciones se reprodujeron profusamente la noche del domingo en cuentas afines o controladas desde la dirigencia priista y el lunes después de los comicios, el presidente del PRI salió a confirmar la autoría de tal campaña: “El gobernador del Estado de México le dio la espalda a la militancia priista y eso está a los ojos de todos. No pueden construir otra narrativa. Jamás pedimos que se violentara la ley, pero hay que tener dignidad y carácter. Si necesitaba carácter, yo le hubiera prestado un poco, pero lo importante es defender a la militancia”, acusó Alito Moreno.
El desencuentro entre Alfredo del Mazo y Alejandro Moreno no es nuevo y lleva al menos desde 2021, cuando los que hasta entonces eran amigos y hasta aliados, entraron una confrontación abierta, luego de que el gobernador del Estado de México acusara a Alito de haberlo marginado de las decisiones para elegir a los candidatos del PRI en el Estado de México. “Yo lo apoyé y lo ayudé para llegar a la dirigencia, gracias a eso está ahí y a la hora de elegir a los candidatos a diputados ni siquiera me tomó en cuenta y él decidió a la mayoría. Es un mentiroso y traidor”, se quejaba el mandatario estatal con otros priistas.
La queja amarga de Del Mazo tenía que ver con que, efectivamente, cuando se disputó la dirigencia nacional del PRI en 2019, ya iniciado el gobierno de López Obrador, la contienda entre el doctor José Narro Robles y Alejandro Moreno arrancó pareja y, ya sin presidente priista en el poder, los grupos del tricolor se dividieron y Narro arrancó con la etiqueta de ser el candidato del grupo peñista, que si bien no gobernaba, aún tenía influencia, mientras que Alito era visto como el candidato rebelde.
La mayoría de los gobernadores del PRI, que en ese año todavía sumaban 15 estados, le habían dado su apoyo al doctor Narro, a quien además arropaban exdirigentes como Manlio Fabio Beltrones y el senador Miguel Osorio Chong. A Alito, en cambio, lo apoyaba el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, junto con su padre José Murat y algunos otros gobernadores priistas que se habían dividido y se oponían a la continuidad del peñismo.
Pero una operación política desde el más alto nivel, que algunos atribuyen incluso a operadores del presidente López Obrador, negoció con el grupo de Enrique Peña Nieto para bloquear al doctor José Narro, a quien veían como un adversario incómodo por su nivel político y académico, y desde Palacio Nacional le pidieron directamente al expresidente que vetara a Narro y que su grupo impulsara a Alejandro Moreno. Una llamada de Peña a su primo, el gobernador del Estado de México, bastó para que Alfredo del Mazo le retirara su apoyo al ex rector de la UNAM y cabildeara con el resto de los gobernadores del PRI para que apoyaran a Alito. El resultado de aquella elección es de sobra conocido y terminó con la renuncia de José Narro Robles no sólo a la candidatura para dirigente, sino a su militancia priista de 46 años, de la que el doctor dijo sentirse decepcionado y traicionado.
Por eso cuando año y medio después, en las elecciones de 2021, Alejandro Moreno Cárdenas, ya sentado en la silla de dirigente se apropió del partido y decidió las listas de candidatos del PRI a diputados federales y gobernadores favoreciendo principalmente a su grupo y a sus incondicionales, Del Mazo se sintió traicionado porque no pudo ni siquiera nombrar al coordinador de la bancada mexiquense en San Lázaro. Y desde ahí vino la ruptura que volvió a aflorar en los comicios del pasado domingo y su resultado desastroso para el viejo partido.
Por eso hoy que Alito encabeza la hoguera contra Del Mazo, acusándolo de traicionar al partido y abandonar a su propia candidata y a la militancia priista para perder la gubernatura, en el Palacio de Gobierno de Toluca vuelven a arrepentirse y se dan de topes de haber alentado, impulsado y apoyado al que hoy, en un intento de eludir sus propias responsabilidades, apunta al gobernador como el único responsable de la derrota, como aquel ladrón que, para salvar el pellejo, azuza a la gente y comienza a grita: “!Al ladrón, al ladrón!”.