Por Lorena Piñón Rivera
El machismo es una enfermedad social que durante muchas generaciones fue consentida porque “así era el orden natural de hombres y mujeres”. La violencia machista ahora es sancionada con mayor vigor tanto por las leyes como por la ética de una sociedad más consciente de que esos reflejos primitivos no pueden persistir en la convivencia diaria. Se debe reconocer que el machismo es una constante en todos los ámbitos de la vida: en la escuela, en el trabajo, en el espacio público, en la dinámica familiar, en la política y recientemente es emblemático que la máxima fiesta deportiva del fútbol femenino haya sido empañada por un “piquito”, como de manera infantil lo llamó el agresor.
La respuesta de una mujer que fue besada a la fuerza y sin su consentimiento por su jefe puede ser compleja y variada debido a una serie de factores psicológicos. En el momento inmediato del incidente, es posible que la persona haya experimentado una especie de shock, lo que podría explicar su reacción inicial de risa o incredulidad. El cerebro a veces reacciona de manera automática para protegerse del estrés extremo, y la risa nerviosa puede ser una forma de lidiar con la incomodidad. El cobarde del presidente de la federación española de fútbol quiso escudarse en los testimonios de que la jugadora Jenny Hermoso se mostraba festiva después del incidente, con lo que quería justificar que ella no se sentía víctima de un abuso.
El símil es idéntico cuando un superior laboral acosa a una persona de menor jerarquía sobre la que se ejerce un papel de autoridad. En situaciones en las que hay un desequilibrio de poder, la persona puede sentir una presión social y emocional para minimizar el incidente o actuar como si no fuera grave. Esto podría deberse al miedo a perder el empleo, al estigma o a la vergüenza de hacer frente a la situación en público.
Después del incidente, la persona puede experimentar una serie de emociones contradictorias. La euforia inicial fue debido a la liberación de la tensión emocional, pero con el tiempo, a medida que reflexiona sobre lo que ocurrió y procesa la experiencia, es posible que surjan sentimientos de agravio, enojo y trauma. Por eso no es reprochable la actitud de Hermoso, la negación es una estrategia psicológica común para lidiar con situaciones traumáticas. La persona puede negar inicialmente la gravedad del incidente como una forma de protección psicológica, pero con el tiempo puede reconocer su impacto emocional y psicológico.
El beso forzado por parte de un superior jerárquico, se considera un acto de acoso sexual y es sancionable en muchas jurisdicciones. Cuando una persona es besada a la fuerza y sin su consentimiento, se está violando su autonomía y su derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Y así no y con todo el peso de la ley. Mi apoyo a Jenny Hermoso porque su ejemplo es notable para las mujeres mexicanas y va más allá de la fascinación que causa su juego en la liga femenil de nuestro país. X: @lorenapignon_ Diputada federal