En medio de la ilegalidad, el caos y el descontrol de la política migratoria de México, que fue exhibida y rebasada por el fenómeno de las olas migrantes de Centro y Sudamérica, ha florecido un nuevo y multimillonario negocio para el crimen organizado en la frontera entre México y Estados Unidos.
El secuestro de miles de personas indocumentadas (que cruzan el territorio mexicano para intentar llegar a solicitar asilo en los Estados Unidos) a manos de los cárteles de la droga que operan en Tamaulipas, se ha vuelto no sólo cosa cotidiana, sino que los capos y sicarios del Cártel del Golfo, del Cártel del Noreste y todas sus pandillas y derivaciones, han encontrado en el secuestro de migrantes un muy jugoso negocio que les genera ganancias de millones de dólares, que además cobran de inmediato y en la moneda norteamericana que ingresa, vía transferencias, directa al sistema bancario mexicano.
Y es que, ante el conocimiento y la mirada cómplice de los gobiernos municipales, estatales y federales, las rutas que atraviesan la frontera con Estados Unidos, por las distintas garitas y aduanas de Tamaulipas, se han convertido en auténticos ríos humanos por donde los migrantes de Centro, Sudamérica y el Caribe que reciben permisos de tránsito del gobierno mexicano tratan de llegar al angelado “sueño americano” a través de la figura del asilo político que les otorga el gobierno de los Estados Unidos a los migrantes de ciertas nacionalidades.
Tan sólo en el año 2023, el Servicio de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés) reportó el cruce de 1 millón de personas en calidad de migrantes y solicitantes de asilo a través de su frontera sur con México. Fue tan intenso y creciente el flujo de migrantes, que para diciembre se contabilizaron más de 200 mil cruces de migrantes que buscan asilarse en la Unión Americana, y hubo varios días de diciembre que alcanzaron a ingresar diariamente hasta 5 mil personas al territorio estadounidense.
Si esas cifras del gobierno norteamericano las traducimos en cobros de rescate por secuestro del crimen organizado en México, entenderíamos por qué en la frontera de Tamaulipas ya se habla del “oro humano” como el nuevo negocio multimillonario que controlan los cárteles de la droga, con la ayuda y complicidad de policías estatales y hasta federales en las carreteras fronterizas.
En trayectos específicos que son obligados para los camiones de transporte de pasajeros en los que viajan los migrantes, hay toda una red de información y “halconeo” que utilizan los distintos cárteles para detectar, ubicar y finalmente secuestrar a las personas en tránsito hacia los Estados Unidos.
Venezolanos, hondureños, guatemaltecos, nicaragüenses y caribeños son todos los días víctimas del delito de secuestro por el que los narcotraficantes piden y cobran rescates casi automáticos, todos los días, de los familiares de los migrantes que viven en los Estados Unidos.
Las cifras que cobran por cada persona secuestrada, incluyendo mujeres y niños, van de los 2 mil a los 5 mil pesos, dependiendo del Cártel de que se trate, pero todos operan del mismo modo: a los migrantes secuestrados se les pide marcar a sus familiares, decirles que tienen que transferir el dinero a la cuenta de un banco en México o a los sistemas de transferencias electrónicas, para que ellos sean liberados y les permitan cruzar la frontera estadounidense.
Prácticamente todas las familias, que saben que sus familiares van a ser aceptados por el gobierno de Estados Unidos, realizan un pago inmediato que es transferido al sistema bancario mexicano y retirado en efectivo por los cárteles de la droga, en una operación que se repite cada día.
Pero antes del cobro, primero detectan y siguen al camión que transporta a los migrantes, y eso lo hacen las policías y patrullas del Instituto Nacional de Migración o a veces de las guardias estatales o nacionales, que detienen el camión para verificar los permisos de tránsito y documentos de los migrantes.
Una vez revisadas cantidades de personas, procedencias y demás información, los mismos cuerpos de seguridad, del estado y de la Federación, dan aviso a los cárteles que, ya sabiendo cuántos miles de dólares se mueven para ellos en esos camiones, los detienen en trayectos entre Río Bravo, San Fernando y antes de Reynosa y Matamoros, para llevarse el camión a una casa de seguridad, donde retienen a los migrantes, que nunca son maltratados ni tocados, les dicen del rescate que tienen que pagar sus familiares y a veces ese mismo día o al día siguiente, en cuanto cobran sus transferencias en dólares, que pueden llegar a ser hasta de 25 millones de pesos diarios.
Eso hace que a la industria del secuestro express de migrantes, controlado, operado, manejado y cobrado por los narcotraficantes, con ayuda, complacencia y colaboración de autoridades y guardias de los tres niveles de gobierno, se le llame ahora en la frontera tamaulipeca “el oro negro” del que se están enriqueciendo cada vez más los cárteles, que en ocasiones ya ni siquiera mueven tanta droga, por el endurecimiento de las políticas antidrogas de los Estados Unidos.
¿Y para qué se van a arriesgar moviendo el fentanilo u otras drogas sintéticas si con los migrantes ganan dinero seguro, sencillo, sin cruzar a los Estados Unidos y, sobre todo, en dólares que ya entran lavados al sistema financiero mexicano?
Eso es lo que está detrás de la iniciativa que difundieron ayer congresistas de los Estados Unidos para reformar y endurecer las leyes de migración y asilo político en su país, y en la que por primera vez le autorizan al presidente Joe Biden declarar “cerrada” la frontera con México para todos los solicitantes de asilo a su país, a los que deportarán automáticamente y sin negociarlo con México, al territorio mexicano.
La medida más radical en el sistema de asilo de EU en décadas dice claramente que sólo se decretará ese cierre a los migrantes cuando la cifra de solicitantes rebase los 5 mil diarios.
La iniciativa que introduce la nueva facultad para expulsar migrantes a México es la Ley Suplementaria de Seguridad Nacional, en la que se propone otorgar 118 mil millones de dólares en fondos para apoyar a Ucrania, Israel, Taiwán, así como para reforzar la propia frontera con México.
La facultad que los senadores le darían a Biden es similar a la política conocida como Título 42, que usaron Trump y Biden durante la pandemia del Covid-19, y que permitió apelar razones de salud pública para expulsar a territorio mexicano a 2 millones de migrantes.
Lo más triste de todo y aun con el drama humanitario que se avecina para México y su frontera, el negocio del “oro humano” no dejará de florecer y crecer para el narcotráfico, porque a los migrantes los mueve eso que logra mantener a flote siempre al ser humano aún con todo adverso, que es la esperanza de una vida mejor, y con frontera cerrada o abierta, seguirán cruzando el territorio mexicano y toparán en la frontera con los narcos que los secuestrarán, cobrarán millones de dólares por el rescate, y los dejarán llegar hasta la codiciada frontera con Estados Unidos en donde, si no encuentran asilo, encontrarán refugio en las ciudades mexicanas, aunque tengan que vivir en la calle, en condiciones insalubres y esperando a la deriva.