¿La Leagues Cup es irrelevante? Sí. ¿Al futbolista de la Liga MX le da flojera y le molesta jugar este torneo? Todo parece indicar que sí. ¿El premio económico que otorga el certamen es irrisorio? Por supuesto que sí. ¿Hasta ahora, los cuadros mexicanos han hecho el ridículo en Estados Unidos? Sin lugar a dudas.
Mientras escribo estas líneas (lunes a mediodía), en los enfrentamientos directos, el saldo es el siguiente: la MLS ganó cinco, hubo dos empates y la Liga MX venció en una ocasión.
Habrá quien minimice estos datos, al grito de “en la Concachampions, que sí importa, todavía les ganamos”. ¿Tienen razón? Hasta cierto punto, sí. Pero la realidad es que el horno no está como para bollos y, aunque el torneo sea una aberración porque corta el desarrollo del certamen de Liga, el prestigio Corrijo, lo poquito de prestigio que le queda a nuestro balompié, se está arrastrando por los campos estadounidenses.
Es un secreto a voces que a los jugadores de los clubes mexicanos les cae como patada de mula disputar este evento. No lo hacen público, porque cualquier crítica al evento puede resultar en una multa, como reveló Toño Rodríguez (pésimo y vergonzoso que exista la censura).
Pero, por más que resulte engorroso estar fuera de casa varias semanas, es parte del trabajo y —como profesionales que son— deberían hacer a un lado ese enojo y dejar todo en la cancha.
Los tres primeros lugares de este certamen clasificarán a la Concachampions. Es un buen premio, aunque la realidad es que ese certamen también es menospreciado por todos en este país.
¿Entonces, por qué hay que exigirles mejores desempeños? De entrada, porque es su trabajo y un trabajador debe dar el máximo, sin importar si considera cierta labor de su empleo como irrelevante. La palabra “profesionalismo” resume dicho aspecto.
También, y es el rubro más importante, por respeto al aficionado. Sí, a ese ente al que nunca se le da su lugar verdadero, a pesar de que sin ellos el deporte profesional no existiría. De por sí, no los respetan al detener el torneo de Liga, pues mínimo deberían brindarles actuaciones de mayor calidad, para sentir menos el golpe. Eso, en el caso de los fanáticos que viven en México.
En el caso de los mexicanos que viven en Estados Unidos y de aquellos que viajan desde aquí para ver los partidos en el estadio, es peor la falta de respeto. A quien radica allá, le están matando la ilusión de ver a sus equipos (Selección y clubes), porque cada vez que desembolsan los muchos dólares que cuesta asistir a un estadio, salen enojados y frustrados.
Ojo, un día la gallina de los huevos de oro va a dejar de poner. Quienes viajan desde nuestro país se gastan fortunas y no reciben nada a cambio, y así el negocio (o sea lo único que les importa a los dirigentes) no es viable.