23 de Noviembre de 2024

OPINION

 

La perspectiva de género es un lente que expone desigualdades profundas, las cuales resultan particularmente sensibles dentro del fenómeno migratorio. Existen elementos sistémicos que invisibilizan violaciones de derechos humanos a las que las mujeres se encuentran expuestas y la propia participación de las mujeres en la productividad económica, la cohesión del tejido social de las diásporas y el bienestar de las familias. La falta de perspectiva de género oculta factores necesarios para la comprensión de uno de los retos más complejos del plano internacional, los cuales deben ser considerados si queremos transformar realidades.

De acuerdo con la Organización Internacional de la Migración, más de 281 millones de personas vivían en un país distinto de su país de origen en 2020. Esta cifra supera en 128 millones a los números de 1990 y triplica la de 1970; mientras que, las dinámicas de movilidad humana recientes apuntan a que en 2030 habrá un incremento significativo, incluso alterando márgenes históricos. Por su parte, las mujeres migrantes constituían más de la mitad de todas las personas migrantes en América del Norte, lo cual indica que, la migración tiene rostro de mujer. Por lo tanto, los asuntos fronterizos y las políticas migratorias requieren un enfoque de género y consciente de nuevos escenarios.

En 2022, de acuerdo con el ACNUR las mujeres y las niñas constituían más del 51% de las personas refugiadas a nivel mundial. Los cinco principales países de origen eran Siria, Ucrania, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar, mientras que los destinos abarcan todas las regiones del mundo. En muchos casos, las mujeres no solo enfrentan los peligros inherentes al desplazamiento y enfrentan desigualdades que limitan oportunidades y derechos. A su vez, en 2023, 35.8 millones de mujeres y niñas vivían en situación de desplazamiento interno debido a conflictos, violencia y desastres. Ello implica la necesidad de considerar las particularidades de género en todo el espectro migratorio.

Las diásporas tienen la capacidad de influir tanto en sus países de origen como en sus destinos, y a su vez, las mujeres dentro de las diásporas. El componente femenino transfiere diversas formas de capital: humano, social, cultural y económico, como se observa en el caso de Houston, reconocida como la ciudad más diversa de Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de su presencia, las contribuciones a menudo son subestimadas. Abordar las desigualdades de género en las políticas es un imperativo para la construcción de sociedades más equitativas y resilientes, especialmente, considerando que casi el 4% de la población mundial vive fuera de sus lugares de origen.

Las políticas que integran una perspectiva de género protegen a los más vulnerables y contribuyen al empoderamiento económico y social de las comunidades migrantes. Ignorar estas consideraciones es un error que puede perpetuar vulnerabilidades. La perspectiva de género debe ser una brújula que guíe nuestras decisiones y acciones y que resalte el papel de las mujeres dentro de la política migratoria y la realidad internacional.

MARIA ELENA ORANTES. Cónsul General de México en Houston y presidenta internacional de 50+1.