16 de Septiembre de 2024

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Ucrania está de vuelta en los medios por su reciente ofensiva relámpago sobre territorio ruso. Pero hay espacios en donde ese tema nunca se dejó de discutir con profundidad, analizando las posibles consecuencias históricas del momento que nos está tocando vivir.  Tuvimos oportunidad de estar a distancia, como cada año, en el foro de seguridad internacional organizado por el centro de pensamiento GLOBSEC, que este año tuvo lugar en Praga y no Bratislava como es usual.

Este foro, muy vinculado a la OTAN, sobre asuntos internacionales vistos desde la óptica europea, reúne a gran cantidad de personas de distintos países que ocupan u ocuparon cargos cruciales como presidencias, primeras magistraturas, ministerios de defensa, puestos militares, en conversación con gente del mundo de la academia, el periodismo y think tanks.

Desde hace dos años, el foro revela una especie de autoculpa, así como la necesidad de un retorno al armamentismo y al militarismo. En 2023, podríamos decir, observamos esa misma autoculpa—“estuvimos dormidos durante 30 años; Ucrania fue el reloj despertador”—pero recargada y sumada a un asomo de lo que se conoce como Guerra Total.

En 2024 el foro analiza las implicaciones que tendría una victoria rusa y llama a la acción para no permitirla. Este tipo de foros exhiben por un lado las tendencias en el pensamiento de seguridad internacional que existen en Occidente. Pero por otro lado y por la relevancia de sus participantes, también influyen e impactan sobre esas tendencias. Resumo unos apuntes al respecto:

Ucrania en el foco. De manera natural, especialmente por la cercanía geográfica e histórica que Ucrania tiene con este foro, la invasión rusa a ese país se siente como una afrenta de casa y ocupó la mayor parte de las discusiones. Hubo una importante participación de funcionarios ucranianos en activo (algunos a distancia) quienes discutieron con distintos participantes de la OTAN, de otros gobiernos y sociedades sobre temas específicos de la guerra en curso. Se habló del fracaso de la contraofensiva del 2023, pero a la vez, se habló ampliamente acerca del impacto de la actual ofensiva ucraniana sobre Kursk, Rusia.

La autoculpa. Esto, que domina este foro desde el 2022, fue nuevamente repetido. El ministro exterior de Austria (un país miembro de la UE, pero no de la OTAN) lo puso así el año pasado: “nos dormimos”. Esta vez, Ursula vin der Leyen, la presidenta de la comisión europea habló de la “ilusión” en la que Europa vivió, y lamentó no haber escuchado más detenidamente las advertencias de Europa Central.

En general, el mensaje es más o menos este: Durante 30 años pensamos que haber sido “amables” con Rusia (y también con China) iba a producir condiciones de paz, cooperación y prosperidad para todos. Pero las señales estaban todas ahí (todas a lo largo de estos mismos 30 años) y “no las quisimos ver”. El General Allen, estadounidense excomandante de la OTAN y de las fuerzas de su país en Afganistán, indicó que Rusia viene enviando esas señales desde Chechenia en los 90, la invasión a Georgia en 2008, la toma de Crimea en 2014, la intervención en Siria y sus indiscriminados bombardeos en sitios como Alepo desde 2015, y que, aun así, no se leyeron esas señales adecuadamente.

“Nos dejamos vender”, dijo la presidenta del parlamento europeo, “por el petróleo y el gas barato de Rusia, y sacrificamos nuestros valores por ello”. Ofrecimos a Putin un lugar en todas las mesas, incluso después de su invasión a Georgia. Hasta proyectos conjuntos como el Nord Stream 2, el gasoducto ruso-alemán, fueron construidos, se dijo, después de la anexión rusa de Crimea. “Hoy estamos pagando todos los costos; debemos entenderlo, aprender de los errores, y prepararnos para lo que sigue”.

Narrativas en competencia, incluidas las narrativas en el sur global. Lo interesante, y esta ya es mi lectura, es que Putin plantea exactamente lo contrario. Para Putin, no hubo tal “amabilidad”; todo lo contrario.

Desde los bombardeos de la OTAN en Belgrado, las intervenciones occidentales en Medio Oriente, hasta la imparable expansión de esa alianza militar atlántica, las decisiones de Occidente, en su visión, nunca tomaron en consideración los intereses rusos. Para Putin, la “operación” en Ucrania era la forma de expresar que tenía que actuar “defensivamente” en virtud de lo poco que los intereses rusos eran tomados en cuenta.