Tal como le sucedió con la planta de Tesla, que anunció con bombo y platillo y que se le terminó esfumando de su estado, al gobernador Samuel García también se le acabó la buena racha que traía con su fallida aspiración presidencial y tras la derrota de su esposa, Mariana Garza, en la alcaldía de Monterrey en las pasadas elecciones, la suerte parece haberle cambiado al joven mandatario que hoy vive una crisis política en su entidad con solicitudes de juicio político, acusaciones de corrupción y hasta señalamientos de presuntos vínculos de su administración con el crimen organizado.
¿Qué fue lo que pasó para que la rutilante estrella de la política nacional en que se había convertido el mandatario de Nuevo León de pronto haya dejado de brillar y hoy esté en una posición insostenible en su cargo, enfrascado en pleitos, acusaciones y ataques en su contra?
En el círculo cercano de Samuel García atribuyen su caída de la popularidad a sus pleitos con poderosos empresarios de su estado que le habrían negado y retirado su apoyo en las pasadas elecciones estatales, lo que explicaría que, con todo y sus millones de seguidores en las redes sociales no haya podido lograr que su esposa se convirtiera en alcaldesa de la capital del estado.
Pero más allá de sus diferencias con el llamado Grupo de los 10, que conforman los dueños y CEOs más importantes de la industria regiomontana, hay otro pleito que le ha costado mucho al gobernador nuevoleonés y que él y sus colaboradores ubican como una de las fuentes de las filtraciones, denuncias y ataques en contra de García Sepulveda. Se trata de la guerra que Samuel se compró con el empresario mexicoamericano Eduardo Arnoldo Garza Robles, a quien el mandatario dio de baja, como presidente honorario del Consejo Ciudadano de la Corporación para el Desarrollo de la Zona Fronteriza de Nuevo León (Codefront).
En enero de 2022 y sin cuidar las formas, Samuel García despidió, literalmente a través de un mensaje en su cuenta de Twitter al empresario Garza Robles de la presidencia de la Codefront, y a través de esa red social ordenó iniciar una investigación en su contra acusándolo, sin mostrar elementos o pruebas, de corrupción. “En este nuevo Nuevo León todo lo que huela a corrupción se separa y lo que tenga evidencia se querella penalmente”, escribió en ese entonces el gobernador para referirse al empresario aduanero.
Y es que en aquel año Samuel estaba tan empoderado y encandilado por su popularidad política y la de su esposa, que no recordó la máxima de que, en la política, como en la vida, no hay enemigo pequeño y no midió las consecuencias de tratar así a un personaje con conexiones, tanto en México como en Estados Unidos, que a la postre cobró venganza del maltrato con una estrategia de ataques y filtraciones en contra del gobernador mirrey.
Porque, aunque está documentado que Eduardo Garza Robles cuenta con antecedentes penales, porque en mayo de 1994 fue detenido e ingresado en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, por defraudación fiscal equiparada, contrabando y defraudación fiscal, parece que al empresario mexicoamericano la suerte le sonrió porque hoy Garza es presidente de Uni-Trade Group, una empresa aduanal que presta sus servicios de importación nada más y nada menos que a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), con quien tiene contratos y nexos.
Es decir, que los alcances políticos y las conexiones que tiene ese empresario aduanero deben ser fuertes, porque a pesar de sus antecedentes, tanto en México como en Estados Unidos, recibe contratos de la Sedena en una de las aduanas más importantes y estratégicas del país. Se trata, pues, de un empresario poderoso con el que, tal vez en su soberbia y fascinación por el poder, Samuel García no midió las consecuencias de confrontarse con él de la manera en que lo hizo.