23 de Noviembre de 2024

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El lunes 14 de octubre la niña Lidia Iris Fuentes Galván sería maestra de ceremonias en su escuela primaria ubicada en el Fraccionamiento Palmares, de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Para preparar el material que utilizaría, el sábado 12 de octubre, le pidió a su abuelita, la señora Lidia Galván, que la llevara a la papelería. En el auto rumbo a la papelería, la abuela y la niña fueron impactadas por una camioneta gris con civiles armados e inmediatamente después, también se impactó contra ellas una camioneta de la Guardia Nacional; por lo que quedaron prensadas por ambos vehículos.

Inmediatamente los elementos de la Guardia Nacional dispararon contra la mujer y su nieta. La señora Lidia arrojó al piso del auto a la niña, tratando de protegerla de las balas. Pero lamentablemente no pudo evitar que una bala impactara en la cabeza de la pequeña. Todavía consciente, Lidia Iris le alcanzó a decir “abuelita, me descalabraron”.

La señora Lidia se bajó del vehículo para suplicar a gritos a los guardias nacionales que detuvieran los disparos. A lo que el artillero de la Guardia Nacional le gritó “súbase a la verga a su carro, súbase”. Pero la señora Lidia continuó pidiendo auxilio para su nieta herida. En ese momento, elementos del Ejército que acompañaban a la camioneta de la Guardia Nacional se acercan al vehículo de la señora Lidia y se percatan que la niña estaba herida. Un soldado advierte a los de la Guardia Nacional: “ya no disparen, ya la cagaron”. Los soldados vendan de la cabeza a la niña, la suben a una camioneta del Ejército y la llevan al Hospital General, donde Lidia Iris murió ese mismo día.

Después del entierro de Lidia Iris pude platicar con su madre, la señora Yajaira, quien destina sus palabras para a pedir a la presidenta Claudia Sheinbaum y a las autoridades locales “que se haga justicia en este caso, porque mi hija era una niña inocente, no merecía morir de esa manera. Pido que por favor se haga justicia, que el culpable no solo sea sancionado, mínimo que pague con cárcel. Pero pida lo que pida ya no me van a devolver a mi hija”. No es asunto menor que se insista en la inocencia de una niña, después de las declaraciones sobre los ataques de los delincuentes contra fuerzas federales. No hay manera de justificar el asesinato de menores aun cuando desde la percepción de la presidenta de la República, los integrantes de la Guardia sólo responden a los ataques.

En lo que va del año sólo en Nuevo Laredo las fuerzas armadas han asesinado a ocho civiles inocentes. En este contexto la presidenta de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra, pretende reelegirse. Raymundo Ramos, presidente de la asociación civil Comité Estatal de Derechos Humanos de Nuevo Laredo sostiene que “María del Rosario no tiene vergüenza, no tiene cara para pedir la reelección, porque en casos como el de Lidia Iris, de víctimas inocentes, la CNDH no hace ningún pronunciamiento ni envía personal para que atienda a las víctimas. Hago un llamado a legisladores en el sentido de que, si ya se mancharon las manos de sangre en Nuevo Laredo, que tengan decoro y no avalen la reelección de Rosario”.

Esta semana, el Centro Prodh publicó el informe “CNDH: Balance de su debilitamiento institucional durante la gestión 2019-2024”. Allí se documenta que entre 2020 y 2023 la Guardia Nacional acumuló 1,816 quejas, pero solo recibió 13 recomendaciones. Algo similar sucedió con la Sedena, que fue señalada en 1,664 quejas, pero solo recibió 26 recomendaciones.

La súplica de la madre que perdió a su hija por bala de la Guardia Nacional y la solicitud de un respetable defensor que denuncia la impunidad con la que la CNDH ha blindado a las fuerzas armadas en casos como este, ameritan no sólo la solicitud de una investigación, sino una estrategia de defensa de los derechos humanos que comience por fortalecer la autonomía de la Comisión y la aplicación determinante de la justicia sobre los responsables castrenses hasta el más alto nivel de mando.