14 de Marzo de 2025

11a

El desaire que los más altos liderazgos de Morena propinaron el domingo pasado a la presidenta Claudia Sheinbaum, además de modificar la correlación de fuerzas al interior del gobierno y del partido en el poder, podría impactar también el rumbo de la elección judicial; esto porque la mayoría de los personajes que “por equivocación” dieron la espalda a su mandataria, y que enfrentarán la correspondiente pérdida de simpatía o de confianza, estaban llamados a ser los principales operadores políticos de los comicios.

Las versiones sobre la escena del Zócalo coinciden en que no fue premeditada, aunque el suceso fue resultado de un error de protocolo y de una inusitada distracción de políticos con una amplia experiencia, lo que suena contraintuitivo. El hecho es que el enojo que esto generó en la Presidenta fue más que evidente, al grado que los involucrados tuvieron que disculparse a través de sus cuentas de redes sociales.

En las bancadas de Morena en el Congreso de la Unión cuentan que sus liderazgos, llámense Adán Augusto López en la Cámara de Senadores o Ricardo Monreal en San Lázaro, no han tenido contacto con la titular del Ejecutivo desde el fin de semana. Las fuentes aseguran que se canceló repentinamente una reunión a la que estos legisladores acuden todos los lunes a Palacio Nacional para revisar los temas que se pondrán a discusión durante la semana.

Se da como un hecho que vendrá una especie de sanción, o por lo menos que debería haberla, toda vez que el suceso llegó a avivar los rumores de una supuesta sumisión de la Presidenta ante la figura de Obrador y sus familiares, además de que fortaleció los rumores sobre que los principales operadores de Morena en el Congreso se alinean a instrucciones que no provienen precisamente de Palacio Nacional, sino mucho más al sur, en Palenque, Chiapas.

El efecto más inmediato del “desaire” podría ser la elección judicial, en la que el aparato electoral del partido oficial será fundamental para definir a los ganadores, ante una muy marginal proyección de participación ciudadana que apenas ronda el 10%, según el INE.

Las señales apuntan a que, para el proceso de junio, Sheinbaum deberá definir a sus propios operadores, para prescindir de figuras como las que, literalmente, le han dado la espalda.

No es fortuito que en este contexto hayan hecho aparición, para cerrar filas públicamente con la Presidenta, políticos otrora de oposición como Adrián Ruvalcaba, Eruviel Ávila, Alejandro Murat y Jorge Carlos Ramírez Marín, quienes se presentan como operadores de las estructuras electorales de Morena en la Ciudad de México, el Estado de México, Oaxaca y Yucatán. Juntos los cuatro se hacen llamar la “Alianza Progresista”, para consolidarse como una plataforma afín a Claudia Sheinbaum y no precisamente a Morena.

Como estos políticos hay otras figuras que, además de operar sólo para Sheinbaum en los comicios judiciales, buscarán tener más relevancia en las Cámaras de Senadores y de Diputados, además de concretar alianzas con algunas fracciones de los partidos de oposición susceptibles a sumarse a las causas propias de la Presidenta. Entre estos están alfiles cercanos al expanista Javier Corral en la Cámara Alta y al diputado Alfonso Ramírez Cuéllar.

En este escenario será interesante medir la fuerza que tendrán liderazgos como Adán Augusto y Monreal para impulsar a los perfiles que ellos mismos han definido como sus cercanos, por ejemplo, los jueces Blanca Alicia Ochoa Hernández y Gabriel Regis López, muy afines a Morena, entre muchos otros.