30 de Marzo de 2025

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Muy pronto, la promesa del gobierno de erradicar los “apagones” que fueron comunes en el sexenio pasado fue incumplida. El lunes, cuatro estados del país, ubicados en la Península de Yucatán, registraron la interrupción del servicio eléctrico por más de cuatro horas, esta vez por una contingencia atribuida a la mala calidad del gas que se suministra a las centrales de generación.

Si bien el plan energético de la actual administración fue presentado con mucho optimismo, con una inversión anual proyectada en 3 mil millones de dólares para infraestructura de generación, transmisión y distribución, los proyectos a ejercerse a través de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que dirige Emilia Esther Calleja, no lograron dejar satisfechos a los expertos, de entrada, porque el monto ofrecido para fortalecer la red energética del país apenas llega a la mitad de lo que realmente se necesita.

En este espacio hemos dado cuenta del estado crítico en el que opera el sistema eléctrico nacional, con periodos muy marcados en los que la reserva de energía ronda la cifra de 3% y se debe recurrir a los cortes programados y, justamente, se acercan esas fechas del año en las que las altas temperaturas obligan a una demanda de energía extrema.

En los tiempos de Manuel Bartlett los apagones en la Península de Yucatán se convirtieron en eventos comunes. Regularmente las fallas se atribuían a incendios en las zonas de pastizales por donde corrían las líneas de transmisión. Lo que nunca quiso revelarse es que el fuego de esos siniestros fue siempre resultado de incidentes en las propias líneas, las cuales acumulaban décadas sin profundos trabajos de mantenimiento.

En el evento del lunes, la CFE informó que el motivo de la interrupción del suministro eléctrico fue la mala calidad de gas natural que arribó a las plantas de ciclo combinado, ocasionada por un “alto índice de humedad en el gasoducto Mayakán, esto derivado de una falla en la central de cogeneración Nuevo Pemex, limitando la generación eléctrica con este combustible”. Se aseguró que para enfrentar la contingencia hubo que recurrir a combustibles alternos.

Diversas fuentes confirman que el diagnóstico de la falla es, ahora sí, el correcto: el problema es que la situación pone en entredicho la alternativa del gas natural como el energético más adecuado para generar electricidad por su rentabilidad y su nivel de impacto ecológico, comparado por supuesto con el combustóleo. Además, para la CFE es una complicación mayor que sus variables de operación no estén plenamente en sus manos y, en especial, que éstas dependan de la otra empresa de energía del Estado, la muy emproblemada Pemex.

No es la primera vez que se acusa a Pemex de suministrar productos de mala calidad. Hay antecedentes de quejas en los Estados Unidos porque el crudo que envía la petrolera mexicana llega con altas concentraciones de sal; también se ha hablado de petróleo con exceso de agua y ahora el gas natural tiene ese mismo problema. La respuesta a estas problemáticas parece estar en confiar en la infraestructura, la experiencia y los productos de la iniciativa privada, pero primero se deberá superar el gran debate ideológico de la soberanía energética.

En pocas palabras, si el gobierno federal y la CFE no abren el sector verdaderamente a la inversión privada, lo único que se puede esperar son más “apagones”.