19 de Septiembre de 2024

Bernardo Gutiérrez Parra 

Sigo los partidos de la Selección Nacional desde el Mundial de Inglaterra cuando Enrique Borja le anotó un gol a la Selección de Francia con la espinilla, y desde entonces mi alegría naufraga en la primera ronda o cuando mucho en el cuarto partido.

Sin duda debo ser un masoquista compulsivo porque mi afición futbolera ha transcurrido entre angustias, sofocones, rabietas, frustraciones, decepciones y desencantos. Pero cada cuatro años ahí me tienes lector, vistiendo de verde a la esperanza, poniéndole su matraca entre las manos, su sombrero de charro y ayudándola a corear ¡Sí se puede, sí se puede, sí se puede!

Y nada que se puede.

 

Esta vez pensé que no sería la excepción. México jugó basura en los partidos eliminatorios y clasificó nomás porque Dios es muy grande. ¿Por qué creer en unos sujetos que llevan 84 años sin jugar el famoso quinto partido? ¿Por qué creerle al Piojo Herrera cuando tomó al equipo al cuarto para al ratito? ¿Por qué seguir haciendo caso a los jilgueros televisivos que cada día se esfuerzan más y engañan menos?

Para colmo los dos últimos partidos de preparación estuvieron pal perro: mucha garra, mucha entrega, poco fútbol y pésima puntería en el marco rival.

Uta no, para ir a causar vergüenzas mejor que ni vayan a Brasil.

Pero fueron a Brasil y empezaron ganando ante un Camerún que hace años dejó de ser el León Indomable y al que se le clavaron tres goles. Digo, porque esos dos goles del Gio fueron pero con mucho, más legítimos que la presidencia de Andrés Manuel López Obrador.

Luego vendría el partido contra Brasil y el Piojo se curó en salud: "Brasil no es Camerún". Y ahí es cuando te vuelves a desilusionar lector, porque piensas que el entrenador tricolor hará lo mismo que hicieron sus timoratos antecesores: jugar a la defensiva a ver si se logra el empate y buscar una descolgada a ver si de fregadera cae un gol.

Pero Miguel Herrera nos sorprendió a todos y lo que sea de cada quién, qué  partidazo dio ayer el Tri ante la verdeamarilla de Felipao. El Piojo los mandó a ganar y los muchachos dejaron hasta el bofe en la cancha.

No sé si estés de acuerdo conmigo, pero jamás había visto jugar al Tri como lo hizo ayer. El equipo tuvo de todo y en algunos lapsos hizo ver muy mal a los  brasileños que terminaron fundidos de cansancio.

La actuación de Memo Ochoa fue excepcional. El chavo hizo el partido de su vida y atajó cinco carambazos que iban a gol. Pero no sólo fue Memo, todos pusieron el extra en el terreno de juego y si empataron a cero eso vale gorro, porque salieron a ganar. Esto hay que subrayarlo, por primera vez en su cascabelera existencia el representativo de la Selección Nacional de México (la Selección Mayor) salió a ganar un partido de fútbol ante un equipo grande.

Por supuesto que nada está escrito aún. Es casi seguro que pasen a la siguiente ronda y eso tampoco será una novedad. La novedad será jugar el anhelado, deseado y soñado quinto partido. Si logran llegar y se subliman como lo hicieron ante Brasil, habrán acabado con varias generaciones de acomplejados conformistas y estará naciendo una generación de triunfadores.

Esta vez creo que sí se va a poder. Por Dios Señor, que no se quede todo en la esperanza.

 

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