19 de Septiembre de 2024

Sergio González Levet

Mi amigo el periodista Francisco Urbina Díaz me hace el favor de contarme el viacrucis por el que pasó a causa de que su vehículo fue levantado de la vía pública por una grúa, y yo sin más se lo comparto a los lectores.

La carta es un poco larga, como lo fue la agonía de Neftalí, y si me permiten la dividiré en dos partes: este día la primera y mañana la segunda:

“Hoy me entretuve leyendo tu generosa colaboración para mi medio informativo. En pocas líneas, dejas a tu servidor con ganas de seguirte leyendo por tu estilo de reseñar la noticia. Especialmente, me llamó la atención tu charla con el Coñoloco; la plática espontánea, sencilla y hasta chusca, me obliga a comentarte la diferencia entre lo bien que se la pasó tu personaje el Día del Padre y lo que le aconteció a mi persona, solamente que fue al día siguiente de la fecha en que a algunos padres nos celebra nuestra familia.

 

“El pasado lunes 16 tuve la oportunidad de cumplir años, 63 para ser más exactos; sin embargo, para mí fue un día más de trabajo, serían como las 11:30 de la mañana cuando en mi automóvil me dirigí a las oficinas del PRI, con el propósito de sostener una plática con mi respetado amigo Emilio Cárdenas Escoboza;  estacioné mi vehículo sobre la calle Herón Pérez, atrás del edificio del PRI estatal,  me imagino que muchas veces has pasado por esa arteria, y te darás cuenta que a esa altura existen incluso talleres mecánicos que realizan los trabajos en pleno arroyo sin ser molestados, y se estacionan varios vehículos,  no existe ningún señalamiento de ‘No estacionarse’, encontré un espacio y procedí a dejar mi automóvil debidamente estacionado.

“Al terminar mi plática con Emilio Cárdenas me dirijo a mi automóvil y me percato de que ya no estaba, lo primero que viene a mi mente es que se lo habían robado, pero aun así me encamino a la Dirección General de Tránsito y Transporte, con el fin de que me dijeran si alguna grúa lo había levantado. De forma por demás déspota y burocrática, me dicen que no tenían información de dicho vehículo, y que tampoco lo tenían como infraccionado; mi angustia se eleva, casi confirmando que el carro se lo habían robado.

“Inmediatamente lo reporto a la aseguradora y me asignan un asesor; recibo una llamada de una persona de Tránsito, Jair Guillén, quien me informa que mi vehículo había sido levantado por la Policía Vial, atendiendo una nueva consigna llamada ‘Cero Tolerancia’ y que me presentara para pagar la respectiva infracción y el arrastre de la grúa, le respondí que en el lugar donde yo dejé mi auto no hay ningún señalamiento de no estacionarse y que se me hacia una actitud arbitraria e injusta. “Me dijo que los tripulantes de la grúa me mostrarían fotografías que confirmarían que yo estaba estacionado en un lugar prohibido, cosa que nunca hicieron.”