“Es un órgano externo a nosotros que de ese modo nos ayuda, porque nos ‘miden’ y así sabemos, por una parte, cómo lo percibe el usuario y por otra, qué tan correcto están recetando los médicos”, porque el doctor en el primer nivel de atención debe respetar las guías clínicas al prescribir medicamentos, no puede recetar lo que quiera, sino apegarse a la normatividad, y si con ese tratamiento el resultado no es el esperado, canalizar al paciente con un especialista, a segundo nivel de atención, pormenorizó.
Señaló que hay medicamentos de primera, segunda y hasta de tercera elección, de manera que, de tres, pueden contar con uno que esté dentro del cuadro básico: “Para el dolor, si no hay paracetamol, hay naproxen, o ácido acetilsalicílico, o metamizol; tenemos alternativas, y si no es una, es otra. A lo mejor no tenemos todos, pero por lo menos uno de ellos, sí”, remarcó.
