Al poder acudir a diferentes ciudades, los jóvenes laicos que hacen la promesa de servicio durante un año, colaboran generosamente en parroquias de todo el país observando obstáculos que radican en la educación de las familias, la cultura, el nivel educativo, el contexto social, problemas comunes y otros que entienden “son parte de la vida y los vemos como una oportunidad para ser fuertes en medio de esos conflictos”.
Alrededor de 200 integrantes contabilizan a la fecha que pertenecen a diferentes casas de formación, desde el Norte de la República y el Sur del país colindando con Guatemala, aunque también tienen oportunidad de asistir a evangelizar a otros países.
Las condiciones para poder servir son tener entre 17 y 30 años de edad, deseo de compartir gratuitamente lo que de la misma forma reciben, que deseen recibir la formación de nueve cursos bíblicos y la recomendación de algún sacerdote, que aunque no es obligatoria, ayuda en gran medida para que puedan ser incluidos.
Es con la predicación de la palabra la principal forma de poder acercarse a los católicos y no católicos, porque muchas veces los hay alejados de las actividades religiosos o los que en algún momento se cambiaron de religión, por lo que por igual asisten a esa misión evangelizadora.
