Sus clientes, indicaron, son personas de pocos recursos, sobre todo empleados y estudiantes o gente que viene desde las comunidades a arreglar diversos asuntos en este Puerto y que siempre traen el dinero contado, para todos los cuales un impuesto más, en especial tratándose del aspecto alimenticio, representa un duro golpe para su economía.
A decir de don Salvador, dueño de una pequeña fonda desde hace más de tres décadas, “el Gobierno está cometiendo una serie de errores, en el aspecto financiero, que no hacen otra cosa que ir ahondando cada vez más la crisis del país”, por lo que hizo un llamado a los nuevos legisladores federales que están por tomar una curul en San Lázaro, para que tomen en cuenta las inquietudes de la población, no sólo de quienes venden, sino también de quienes consumen, ya que dichos alimentos no son un lujo sino una necesidad, y se verán severamente lesionados en su ya de por sí menguada economía.
