La reunión de AMLO con el jefe de BlackRock
MARIO MALDONADO
El presidente Andrés Manuel López Obrador se reunió ayer, por tercera vez en lo que va de su gobierno, con el poderoso jefe del mayor fondo de inversiones del mundo: BlackRock. La visita de Larry Fink a Palacio Nacional fue coordinada por el canciller Marcelo Ebrard, quien también estuvo presente.
A Fink, conocido en Wall Street como “Mr. Fix-it" –por su capacidad para solucionar problemas– le gusta México: viene de vacaciones, hace negocios y tiene relación directa con los presidentes en turno. Así lo hizo con Enrique Peña Nieto, sexenio en el que sus inversiones florecieron más que nunca, y ahora con Andrés Manuel López Obrador, quien incluso lo considera su amigo. Le tiene confianza, a pesar de que, a los ojos del Presidente, Fink es uno de los mayores exponentes del capitalismo y el neoliberalismo.
Esta visita es la segunda en menos de seis meses –la pasada fue en noviembre– y se da en el contexto del aumento en las tensiones entre México y Estados Unidos, entre otras cosas por la política migratoria, el acercamiento de López Obrador a países antidemocráticos y la falta de garantías para ejercer el periodismo, pilar de la democracia. El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, fue el martes de emergencia a Palacio Nacional para tratar con el Presidente su postura frente a la Cumbre de las Américas.
Lo que Fink vino a negociar fueron las condiciones contractuales de los 110 permisos de autoabastecimiento que tienen empresas privadas con el gobierno y los productores independientes de energía. López Obrador anunció que va a revocarlos, luego de la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en torno a la acción de inconstitucionalidad de la Ley de la Industria Eléctrica promovida por legisladores.
Apenas en abril, López Obrador se lanzó contra los fondos de inversión que están invertidos en el sector energético del país. Dijo que ambicionan los recursos de México y no les importa cometer “actos ilícitos en contubernio con partidos políticos como el PRI y el PAN”. El dardo pegó al corazón de BlackRock, porque es el gestor de activos con más inversiones en el país: financia y es socio de proyectos de gasoductos, hidrocarburos y electricidad.
Estados Unidos ha dicho que inversiones por más de 10 mil millones de dólares están en riesgo con los cambios previstos en el sector eléctrico, aun cuando no pasó la reforma constitucional del Presidente. BlackRock, al ser el mayor financiero privado del sector energético, tiene mucho interés en que las negociaciones con los productores independientes y las sociedades de autoabasto –que iniciarán la próxima semana– sean “favorables”, como aquellos que se negociaron en 2018 con las empresas de gasoductos.
Para hacer notar el peso que tiene BlackRock en la economía mexicana, van algunos datos: administra activos por 10 trillones de dólares, más de 10 veces el PIB del país; estuvo también en las negociaciones con los operadores de reclusorios en México; estuvo a punto de quedarse con el Tramo 5 del Tren Maya, que finalmente se quedó el Ejército y es el que tiene más problemas por el impacto ambiental; y es también el principal inversionista de las empresas de la Bolsa Mexicana de Valores.
BlackRock también participa, indirectamente, en la venta de Banamex. Es uno de los principales fondos de inversión del Grupo Financiero Banorte, con cerca de 6.5% de sus acciones. También tiene posiciones en Inbursa y otras empresas de Carlos Slim, otro de los postores.
¿Qué acordó AMLO con Fink? Que van a lograr un acuerdo razonable con las empresas del sector eléctrico. ¿Qué es razonable? Esa es la pregunta de los miles de millones. A ver si Mr. Fix-it puede solucionarlo esta vez.