Otra historia de la noche en la Ciudad de México
HÉCTOR DE MAULEÓN
Una célula ligada a la Unión Tepito, concretamente a la vertiente que, según autoridades capitalinas, sigue dirigiendo desde la cárcel David García Ramírez, El Pistache, logró arrinconar a los propietarios de al menos diez bares ubicados en las colonias Roma, Condesa, Nápoles y Centro Histórico.
O dejaban a su gente vender droga en los baños, o tendrían que pagar 50 mil pesos a la semana como derecho de piso.
La mayor parte de los propietarios aceptó por miedo. Pero uno de ellos se animó a hacer una denuncia y de ese modo surgió otra historia de la noche en la Ciudad de México.
De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Ciudadana, la célula a cuyo frente se encontraba Diego Axel “N”, alias El Gordo, operaba por medio de la violencia. El pasado 22 de abril privó de la libertad a dos personas que en el bar El Olimpo, ubicado en Insurgentes Sur, vendían droga de otro grupo.
Los vendedores fueron llevados a una casa de seguridad en Neza. Ahí los torturaron y descuartizaron. Sus restos fueron hallados cuatro días más tarde en los límites del Edomex y la Ciudad de México.
El Gordo estuvo detenido por delitos contra la salud y portación de armas de uso reservado. Quedó en libertad hace un año, convertido en uno de los operadores de El Pistache, uno de los líderes de la Unión Tepito que durante años sembró la violencia en las calles de la ciudad y puso bajo extorsión a dueños de antros en Polanco, la zona de la ciudad de la que estaba encargado.
El Pistache llegó a cobrarle a algunos antros hasta 350 mil pesos al mes, como “derecho de piso”.
Cuando el jefe de la Unión —Roberto Moyado Esparza, El Betito— cayó en manos de las autoridades, El Pistache y otro sujeto apodado El Jamón quedaron al frente del grupo. La extorsión se había extendido a comercios y restaurantes de la Roma, la Condesa, Santa Fe, Satélite, San Ángel, Polanco, el Centro Histórico, Tepito y La Lagunilla.
Los líderes de la Unión fueron detenidos en octubre de 2018. El tema de la extorsión en los antros de lujo fue olvidado.
Al salir de prisión hace un año, Diego Axel “N”, El Gordo, reclutó a los integrantes de una célula que en poco tiempo puso bajo extorsión a un puñado de antros en las zonas exclusivas de la ciudad.
Relatan que en los baños de esos bares era frecuente oír la oferta de los vendedores: “¡Tachas o perico!”.
Al mismo tiempo, señalan las autoridades, El Gordo armó una estructura de seguridad alrededor de los bares. Además de gente suya vendiendo en los baños, colocó personal en los accesos y armó una discreta red de halcones que informaban de cualquier novedad que ocurriera en la calle.
En esa red había taxistas y vendedores de hot dogs, hamburguesas y dulces y cigarros.
Las drogas se vendían hasta la hora de cerrar las noches de los jueves, viernes, sábados y domingos.
“El dinero entraba a granel de las ocho de la noche a las seis de la mañana”, relata una fuente cercana a la investigación.
Durante varios meses, un grupo de policías de la ciudad realizó coberturas en los antros señalados. Observaron movimientos, horas de entrada y salida. Detectaron vendedores. Ubicaron sus domicilios.
Ubicaron también a dos sujetos que operaban bajo las órdenes de El Gordo: Gilberto, alias Logan, y un sujeto apodado El Puma. Estaban encargados de reclutar a los vendedores, y de distribuir la droga en cada uno de los antros.
Finalmente llegaron al Gordo. El encargado de mover la droga de la Unión.
El martes pasado, con las órdenes de cateo en los bolsillos, los agentes fueron por ellos. Diego Axel “N” había salido en su Mini Cooper, con su novia venezolana, a celebrar su cumpleaños en un restaurante de Polanco.
Esperaron a que regresara. Cuando calcularon que se había se había dormido eran ya las cuatro de la mañana.
Esa madrugada, luego de catear domicilios en Ecatepec, Acolman, Tlanepantla, Cuajimalpa, Venustiano Carranza y Cuauhtémoc, siete elementos de la célula fueron aprehendidos.
Otra historia de la noche en la ciudad de México.