La operación de Mr. Ken Salazar
MARIO MALDONADO
Fuera del primer círculo de Andrés Manuel López Obrador, nadie tiene más acceso a Palacio Nacional como Ken Salazar. El embajador de Estados Unidos en México se mueve como pez en el agua en los terrenos en los que muchos líderes políticos y empresariales han naufragado. El Presidente recibe a pocos personajes de alto nivel, pero Salazar se ha convertido en un operador proactivo de la relación bilateral México-Estados Unidos; uno que siempre tiene audiencia con el jefe del Estado mexicano.
Enfundado en su vestimenta vaquera: sombrero, botas y traje, Mr. Ken Salazar suele arribar frecuentemente a Palacio Nacional en su Suburban blanca para reunirse con el presidente López Obrador. A veces, si la visita lo amerita, da declaraciones a los medios de comunicación que hacen guardia a las afueras de la Puerta Mariana por donde acceden todos los invitados; otras, se va sin comentar de qué trató la reunión.
Este martes y miércoles, Salazar se apersonó en Palacio Nacional para reunirse con el Presidente. El primer día lo acompañó J. Thomas Hill, director ejecutivo de Vulcan Materials Company, empresa acusada por el gobierno mexicano de provocar daños ambientales y pérdida irrecuperable del subsuelo por la explotación de material pétreo en Quintana Roo. A la reunión asistieron el embajador mexicano en Washington, Esteban Moctezuma, y la secretaria del Medio Ambiente, María Luisa Albores, quien hace 17 días ordenó la clausura de la empresa.
Salazar visitó Palacio Nacional para reunirse con el Presidente y otros miembros del gabinete, entre ellos el canciller Marcelo Ebrard y la secretaria de Energía, Rocío Nahle, así como los directores de CFE, Manuel Bartlett, y de Pemex, Octavio Romero. La agenda del sector energético mexicano es prioridad para Estados Unidos y para su embajador, quien cabildeó para que la reforma eléctrica no afectara los intereses de empresas americanas ni transgrediera el T-MEC en temas de Estado de derecho y medioambientales.
Salazar, quien juró como embajador de Estados Unidos en México el 2 de septiembre de 2021, es un hombre de buenas maneras y sangre latina: se considera un mexicano-estadounidense que vivió en carne propia las dificultades de provenir de una familia inmigrante. El presidente López Obrador ve en Salazar a uno de esos hombres que tuvo que luchar para ser reconocido por la gente y para abrirse paso entre el establishment norteameriacano.
Salazar y López Obrador son contemporáneos. El embajador tiene 67 años y el Presidente 68. Sus conversaciones suelen pasar de los temas diplomáticos y de interés bilateral a la historia. Ambos reconocen sus habilidades y se respetan mutuamente, a pesar de que no coinciden en muchas cosas. Esta cercanía ha mantenido latentes las posibilidades de que López Obrador acuda a la Cumbre de las Américas, a pesar de haber amagado con no ir si países como Cuba, Venezuela y Honduras no son invitados.
Salazar sabe que si bien Estados Unidos siempre le ha impuesto agenda a México, hoy el presidente López Obrador tiene un mayor nivel de aceptación que el presidente estadunidense Joe Biden, lo cual ha sido aprovechado para poner condiciones. Más allá de la asistencia a la Cumbre de las Américas, Mr. Salazar tiene de frente una serie de temas a tratar con el inquilino de Palacio Nacional. Las prioridades son la contención de la migración centroamericana, la seguridad fronteriza, el respeto al T-MEC, la libertad de prensa y el ataque a periodistas, así como la agenda energética-medioambiental.
Veremos si Mr. Salazar can fix it.