La segunda vuelta en Colombia con pronóstico democrático reservado
FERNANDO NEIRA
El próximo domingo se llevará a cabo la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia, en la que, según las encuestas, llegan con un empate técnico los dos candidatos; Gustavo Petro y Rodolfo Hernández. Todo ello en medio de una campaña política violenta llena de descalificaciones, mentiras y espionaje de los partidarios del candidato Hernández, hacia el izquierdista Petro.
En la jornada electoral de la primera ronda, los resultados indicaban que la población colombiana votaba por un cambio, que buscaba dejar atrás a esos sectores políticos y económicos tradicionales, sus ambiciosos intereses, sus prácticas corruptas, dado que los dos elegidos parecían representar alternativas distintas. Sin embargo, no fue así, más se demoró en conocerse el resultado de la elección, que de inmediato el candidato de la extrema derecha Federico Gutiérrez, se puso a los pies del empresario de 77 años y, con él, todos los sectores políticos tradicionales que el mismo candidato Hernández denigraba y decía combatir en campaña, pero que ahora recibía con los brazos abiertos. Era como si Rodolfo Hernández hubiese sido el plan B del uribismo y el actual gobierno, pues han rodeado al candidato con sus elogios, sus apoyos políticos y económicos, a la par que han desplegado una crítica despiada hacia quien consideran un peligro para sus intereses.
No resulta extraño que toda la clase política tradicional se una en torno a Hernández. Y es que cuando se mira su perfil y su trayectoria, se puede entender que esté más cerca a los intereses de esos políticos, que a los del pueblo colombiano, a quien ofrece promesas sin futuro.
El Ingeniero Hernández, como así mismo se refiere con su profesión, es un millonario empresario que desde los años setenta, hizo su fortuna en el campo inmobiliario como constructor. De esa actividad es famosa su frase “Trabaje con los pobres y se hará rico” Sus únicas experiencias como funcionario público fue ser concejal del municipio de Piedecuesta y alcalde de Bucaramanga - una ciudad de alrededor de 500.000 habitantes en el noreste de Colombia-, cargo éste del cual tuvo que renunciar luego que la procuraduría lo suspendiera por participación en política. Ya para ese entonces, Hernández, que tiene como bandera principal de su campaña la lucha contra la corrupción tenía varias investigaciones disciplinarias en la procuraduría. Entre ellas, la más escandalosa es el millonario contrato de basuras otorgado a la empresa Vitalogic, donde curiosamente trabajaba su hijo Luis Carlos Hernández y de quien hay documentos que mencionan darle comisiones por dos millones de dólares.
A esa condición de inexperto y mal funcionario, se suma el carácter violento de Hernández, quien no solo abofeteo públicamente a un concejal por cuestionarle la participación del hijo con una empresa, sino que en un video que circulo en las redes sociales que controla, se escucha cómo amenaza con “pegarle un tiro a un cliente de una constructora”. Suele, además, utilizar un lenguaje muy vulgar y usar expresiones descalificadoras hacia las mujeres, entre ellas su esposa, en una clara muestra de misoginia. No es menor el hecho que en una entrevista se declarara admirador de Adolfo Hitler. Esa vocación violenta se ve en propuestas como la de declarar el “estado de conmoción interior”, que le permitiría hacer todo tipo de decretos con peso de ley saltándose al Congreso. No en vano se le asocia con personajes como Trump y Bukele.
La falta de conocimiento del país y de los temas de Estado de Hernández se aprecian además en propuestas como la de donar su sueldo, cerrar embajadas, bajar el IVA al 10% y ayudar para que las personas conozcan el mar, entre otras ideas cuestionables.
Con una registraduría que genera sería dudas, un gobierno dando todo el apoyo al ahora su candidato y, con toda una campaña sucia llena de mentiras, de infundir miedo, liderada por los sectores políticos y económicos contra Gustavo Petro”, las elecciones de este domingo están en su máxima tensión política.
Intereses oscuros están llevando al electorado a votar, no por un proyecto político, económico y social capaz de sacar al país de la profunda crisis en que se encuentra, sino en contra de quien consideran puede afectar ese control del Estado que consideran heredado. Por eso, el domingo los colombianos pueden decidir seguir viviendo el oscurantismo político de décadas, o la posibilidad histórica de lograr un verdadero cambio e iniciar un futuro mejor. Ya sabremos.