25 de Noviembre de 2024

La fragilidad de los derechos humanos

LAURA MANZO

Un recordatorio de la vulnerabilidad. Un recordatorio de los huecos de la democracia frente a los derechos humanos. Una vez más, un recordatorio. Un recordatorio que el poder más que nada está pensando en el poder. 

Después de haber sido anulada la sentencia Roe vs Wade en Estados Unidos, unos 36 millones de mujeres en edad reproductiva vivirán en estados sin acceso al aborto. Ellas, de querer abortar, deberán viajar a otras dependencias para poder practicarlo. Aquellas que no tengan recursos económicos para hacerlo, no podrán ejercer su derecho de acceso a la salud. Así ahora. 

América Latina, en la construcción de su feminismo, ha mirado a Estados Unidos muchas veces como una inspiración. Habíamos, las feministas a favor del derecho a decidir, envidiado por años la sentencia Roe vs Wade. La realidad es que, en nuestra región, la Marea Verde ha tenido avances importantes en los últimos años, a pesar de los malos gobiernos, de los regímenes populistas, de las falsas izquierdas, las extremas derechas y las dictaduras. Por ello, hablando de derechos reproductivos u otros derechos civiles, si pasó en Estados Unidos, acá cualquier día de estos vamos para atrás. 

Nos veo celebrar en México cuando el año pasado la Suprema Corte declaró inconstitucional la penalización del aborto. Nos veo celebrar por otro lado, esa numerosísima marcha LGBT+ el fin de semana pasado. Nos veo celebrar las entidades que se van sumando al matrimonio igualitario. Pero al ver el escándalo por el beso lésbico en la película de Buzz Lightyear siento una bofetada alucinante. Pero al compartir la triste noticia sobre la anulación de Roe vs Wade en ciertos grupos donde más bien se tomó para bien, siento otra bofetada alucinante.

A este país lo detiene una sociedad conservadora. Me refiero a que lo detiene en su lucha por el respeto a los derechos humanos. En una serie de encuestas hechas en 2021, 53% de las personas entrevistadas estuvieron en contra de que las mujeres decidan sobre sus cuerpos, frente a 45% a favor. Por otro lado, México es el segundo lugar del continente en crímenes por homo y transfobia. La sociedad conservadora se siente amenazada. Las feministas del pañuelo verde, las marchas LGBT+, el matrimonio igualitario, el paso o el asentamiento de los migrantes, el beso de las lesbianas en una película para niños…

La amenaza se refleja en esos crímenes y es el horror frente a la impunidad, pero ojalá que la amenaza no encuentre un hueco político a la polarizante gobernancia, para entonces ser convertida en oportunidad y proyectarse como una alternativa, y llevarnos por aquel camino. Han sonado las alarmas al feminismo verde desde Estados Unidos.

Hemos tenido días retadores, y afortunadamente el tiempo para reflexionar y recordar que los republicanos no eran todos antiaborto, que los demócratas no eran todos proaborto, sino que en el camino desde 1973 para acá se toparon con algunos activistas y grupos religiosos de poder que los irían financiando en sus campañas, más que hacerlos reflexionar sobre los derechos humanos. Para reflexionar y recordar que Biden no siempre estuvo a favor de que las mujeres ejercieran esta libertad, y que el populista de Trump fue quien nominó a tres jueces durante su gobierno, transformando así el equilibrio hasta entonces entre conservadores y liberales. 

Uno de los riesgos más preocupantes de la polarización es que de un extremo puede saltarse a otro, cuando ese otro extremo logra jalar los hilos hacia una posición más lejana y absurda. ¿Cuál es el absurdo contrario a la feminista Suprema Corte de Zaldívar? ¿Cuál es el absurdo contrario a la populista 4T de López Obrador? ¿Cuál es el absurdo contrario a abrazos no balazos? Alejandro Moreno ha respondido. ¿Cuál es el absurdo contrario para contrarrestar el absurdo en el que vivimos? ¿Cuál es el hueco que pudiera encontrar un audaz movimiento? Para el 2024, algunos bien intencionados hablan de un líder conciliador que nos ponga un alto en el odio y el rencor, que nos una como nación.

Para 2024, así como siempre, lo que importa no serán los bien intencionados sino los que sepan ganar la batalla. Es momento de recordar la fragilidad y la vulnerabilidad de los caminos recorridos y de los sistemas imperfectos.