24 de Noviembre de 2024

El Camino de Santiago, una vez más

FRANCISCO MADRID

Escribo estas líneas desde Santiago de Compostela donde, hace algunas horas, he arribado luego de concluir, una vez más, el recorrido por esta ancestral ruta de peregrinación. En esta ocasión el recorrido lo inicié en Saint Jean Au Pied de Port, en el Pirineo francés, recorriendo a pie 779 kilómetros, según consta en el respectivo certificado de distancia.

Sin duda, esta ha sido una experiencia formidable, y más allá de las dificultades propias de una muy larga caminata recorriendo, prácticamente, todo el norte de España, vuelvo a confirmar la singularidad del itinerario y la extraordinaria capacidad de atracción que sigue ejerciendo al paso de los años, pues incluso durante las duras restricciones impuestas durante la pandemia, en 2021 cerca de 200 mil personas realizaron el recorrido conforme a los cánones establecidos, es decir, al menos 100 km a pie o 200 km en bicicleta. Con independencia de estas características, millones de personas visitan diversos lugares que forman parte del camino utilizando para ello otras modalidades de transporte.

Los Caminos de Santiago —porque en realidad no hay uno solo, sino que, si bien hay cerca de una decena de rutas homologadas en su trazo y extensión, en realidad son individualizados por cada persona según inicie, transite y vaya haciendo pausas según sus intereses y fuerzas—, son, además de una colección de importantes itinerarios culturales, un notable fenómeno sociológico, construido de la mano de la historia de Europa. De acuerdo con ello, cada persona tiene sus propias motivaciones para recorrerlo —es factible practicar el turismo cultural, de naturaleza, de aventura, gastronómico, enológico, deportivo y muchas otras modalidades—, aunque para la mayoría de quienes lo completan sigue siendo una ruta de peregrinación, es decir que calificaría, fundamentalmente, dentro del turismo religioso.

En este orden de ideas, vale la pena recordar que en aquellos años en que la festividad de Santiago (25 de julio) cae en domingo, dicho año es considerado como año santo -o Xacobeo-, de gran importancia para la fe católica, pues es posible entonces la obtención de la indulgencia plenaria al visitar la Catedral en estos años.

Un fenómeno como el que representa el Camino de Santiago es difícilmente repetible por la singularidad de todo su contenido y lo que representa; sin embargo, es posible establecer algunos puntos de comparación que pudieran servir como guía para el desarrollo de rutas de turismo cultural -o de alguna otra naturaleza- en nuestro país.

En primer término, evidentemente, la ruta debe estar sustentada en una historia emocional de gran fuerza, perfectamente identificable y deseablemente singular; un segundo aspecto deseable sería el contar con la infraestructura apropiada a lo largo de toda la ruta, entendiendo que esta no solo se refiere a la relacionada con los medios de acceso a las poblaciones y atractivos que integrarán el recorrido, sino toda aquella que satisfaga las necesidades de las comunidades locales y, por extensión, las de los visitantes, así como un ejemplo sustancial y básico: a lo largo de las diferentes etapas del Camino siempre es posible acceder a fuentes con agua potable.

De la mano de lo anterior, el tema de la seguridad es una condición indispensable para potenciar el desarrollo de las rutas; luego de tres ocasiones en que he recorrido el Camino, en ningún momento, ni en espacios urbanos, ni rurales he sentido preocupación por mi integridad personal o la de mis pertenencias. Desafortunadamente, me cuesta trabajo pensar que esto mismo sucede en México.

Por último, habría que agregar que estos itinerarios no deberían ser producto de la imaginación y verbalización de las instancias públicas, sino de la existencia de condiciones reales de demanda y oferta, así como del convencimiento de las comunidades locales, si fuera el caso, que permitan la adecuada comercialización, acorde con el potencial propio de cada una de ellas. Si no se puede reservar, ya sea en conjunto o los diferentes servicios individuales que las conforman, las rutas, simplemente, no existen.