24 de Noviembre de 2024

Infonavit 50 aniversario: Desarrollo urbano para el bienestar

Carlos Martínez

El pasado 1 de mayo, el Infonavit celebró su 50 aniversario de ser uno de los pilares de la seguridad social del Estado mexicano. Su historia sintetiza el logro de la lucha obrera para formar un patrimonio propio. A la fecha, la institución ha otorgado millones de créditos y ha tenido un impacto profundo en la vida de las familias y ciudades mexicanas. Este artículo es el primero de una serie de cuatro en los que explicaré la transformación del Infonavit en estos años.

En sus inicios, el Infonavit fue el gran constructor de vivienda en el país. En 1973, carteles de la época anunciaban que se construía la unidad habitacional El Rosario, en la Ciudad de México, y había “9,165 viviendas en proceso”. Y así en cada estado de la República se inició alguna unidad o conjunto habitacional para los trabajadores. Para dejar un dato, en el país 214 colonias, 285 unidades habitaciones y 117 fraccionamientos llevan en su nombre al Infonavit. Hacia finales de los ochenta, se terminó la promoción de vivienda y la construcción por parte del Instituto por ser incosteables, además de que la Institución estaba capturada por grupos de interés que usaban la vivienda como prebenda política.

Durante los años noventa, se reformó la ley para consolidar al Infonavit como organismo fiscal autónomo, hipotecaria social, e institución complementaria al Sistema de Ahorro para el Retiro. Lo anterior, implicó una fuerte reorganización interna para establecer un sistema de crédito que fortaleciera las finanzas del Instituto a través de ahorradores portadores de cuentas individuales, abriendo así la participación de organizaciones en el desarrollo urbano. A la par, la descentralización de funciones llevó a que se constituyera al municipio como autoridad en materia de desarrollo urbano y ordenamiento territorial, sin que ello se acompañara con la fortaleza financiera para dicha tarea o capacidades técnicas para ello.

En la primera década del siglo XXI, se impulsó un modelo de vivienda autoritario e irracional. Se pensó en el concepto de “ciudad dormitorio”, como si se pudiera separar el derecho a la vivienda del derecho a la ciudad o cualquier otro aparejado. La mancha urbana se expandió por encima del crecimiento poblacional y se construyeron centros de población en los que no había garantía de servicios públicos, transporte o centros de salud. Este modelo expansivo tuvo como resultado el abandono de las viviendas y la consecuente pérdida patrimonial para las familias.