VOGUE & BANG
KORINA BÁRCENA
No son pobres los que han visto su hogar reducido a polvo, tampoco son malos los que accionan las armas contra un objetivo. La palabra “guerra” nos hace pensar en el bien y el mal (producto del adoctrinamiento religioso). Pero podríamos encontrar más pobreza en la idea de reducirlo todo a “bueno y malo”, y podría generar más daño la indiferencia e ineptitud que las armas.
La reciente aparición del presidente de Ucrania y su esposa en una sesión fotográfica para la revista Vogue ha logrado agitar más que opiniones.
En un primer vistazo es difícil entender si las fotografías muestran la “belleza” en la guerra, o si pretenden desnudarnos por completo, exhibirnos como la más frágil especie que habita el planeta. Los cerca de 300 mil años que llevamos aquí como “homo sapiens” nos han valido para desarrollar campos importantísimos para la supervivencia: medicina, herramientas, tecnología, pero no hemos logrado dominar ese apetito voraz con el que vamos siempre buscando más, más dinero, más poder, más atención, más aplausos.
La brutalidad de nuestra vanidad arrolla toda oportunidad a la templanza, prudencia y justicia. Pueden las mentes más brillantes dedicar su vida al descubrimiento y la creación para heredarnos pasos gigantes en el conocimiento, pero siempre viviremos al borde del colapso, siempre seremos la especie más susceptible a la extinción, pues somos los únicos que tomamos más de lo que necesitamos, desarrollamos poderosos artilugios para amenazar y generar daño, las naciones más poderosas son las que tienen las armas capaces de destruirnos, y es la vanidad la que despierta estas ambiciones.
Les ha sido fácil hacerla femenina y ponerle zapatillas, pero la vanidad es más peligrosa cuando se disfraza de liderazgo, ideología, nacionalismo, intolerancia. Su campo de acción no se limita a la belleza y el glamour, la vanidad es la que nos incapacita para reconocer errores, para aceptar ayuda, nos impide escuchar lo que no deseamos escuchar, nos orilla a privilegiar la lealtad sobre la capacidad, esa vanidad empobrece, enferma y mata, más que cualquier arma.
Ucrania cuenta cerca de 40 mil muertos en los ataques de Rusia, personas que no eran ni buenas ni malas, eran personas que no debieron morir así.
El joven presidente que vestido de humildad pidió a sus ciudadanos defender la soberanía de Ucrania, y desesperado clama apoyo internacional para defenderse del enemigo, ha hecho una pausa en su lucha, también ha guardado su profundo dolor para darse tiempo de posar, de inmortalizar la imagen del personaje que pretende mostrar al mundo. Las fotografías pocas veces muestran lo que realmente somos, pero la afamada Annie Leibovitz capturó con su cámara mucho más de lo que deseábamos conocer de Volodímir Zelenski y su esposa, pues exhibe sus otros talentos, muestra a la pareja que puede usar la muerte y dolor como escenario fotográfico, exhibe a la pareja que encuentra oportunidad para brillar en la estela de oscuridad que deja la guerra a su paso.
La frivolidad posa en el campo de guerra, pero también lee poesía desde su palacio mientras padres y madres piden medicina para sus enfermos, justicia para sus muertos, seguridad para sus vivos.
¿Cómo alejarse de la muerte y de la miseria cuando se llevan dentro?