24 de Noviembre de 2024

Turismo y resiliencia… una vez más

FRANCISCO MADRID

En la ruta de la reactivación del turismo mexicano, luego de los brutales efectos derivados de la pandemia, el inicio de este año se veía con gruesos nubarrones, tanto por la expansión de la –entonces– nueva variante del coronavirus (Ómicron), como por las amenazas del inicio de un conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Diferentes datos publicados en fecha reciente, permiten reconocer que si bien la recuperación no se ha consolidado por completo, los avances son relevantes y, sobre todo, parecen confirmar una tendencia en la que el final del túnel se vislumbra más cercano… al menos por ahora. Todo ello a pesar de que, como se ha repetido ‘ad nauseam’ en este espacio editorial, el sector ha tenido que defenderse con muy limitados apoyos públicos los que, acaso, han sido relevantes en la esfera de algunos estados del país como en el destacado caso de Quintana Roo.

Así, en el primer trimestre del año el PIB turístico creció 3.4%  sobre el trimestre previo y un 22.1% en comparación interanual, destacando de manera notable que en este mismo lapso de comparación, el PIB nacional sólo aumentó 1.8%. Aunque la mayor parte de dicho PIB turístico es aportado por el mercado interno, el turismo internacional ha tenido una dinámica de gran relevancia; de acuerdo con las cifras publicadas por la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, en el primer semestre del año las llegadas de turistas internacionales por vía aérea –los que, por cierto, contribuyen con alrededor del 80% de las divisas turísticas– ya están 1.8% por arriba de las reportadas en el mismo periodo de 2019: 11.3%. Tan solo en el mes de junio el crecimiento fue de 19.8%.

Estados Unidos, principal fuente de turistas del país, tiene el 68.5% del total de mercado, y muestra un espectacular crecimiento sobre 2019 de casi el 20% (19.8%); merece la pena subrayar, también, el incremento del tercer mercado en importancia: Colombia, pues en los primeros seis meses del año se recibieron casi 400,000 residentes de este país, lo que significa un aumento de 53.6%; el único mercado europeo que ya alcanza terrenos positivos es España, aunque esto sea marginalmente (0.8%). Del otro lado, los orígenes más relevantes que siguen teniendo decrementos en relación a 2019 son Canadá, segundo mercado que se sitúa 44.5% por debajo de dicho 2019, Argentina, quinto mercado, -33.8% y Brasil, sexto sitio, -25.5%.

Esta información se inscribe en la lógica de la resiliencia estructural del sector que tiene como telón de fondo, el destacado hecho de que los viajes son parte del estilo de vida de las sociedades contemporáneas y, en consecuencia, de la canasta de consumo de clases medias y altas de todo el mundo.

Habiendo dicho lo anterior, es pertinente recordar que la competencia turística es de una alta rivalidad y de carácter global, lo que para efectos prácticos significa que los buenos resultados hasta ahora alcanzados en México, no necesariamente están garantizados hacia el futuro. A propósito de ello es conveniente tener en cuenta que la disponibilidad de asientos aéreos en rutas provenientes de Estados Unidos a los destinos turísticos mexicanos en el último cuatrimestre del año, muestran tan solo un incremento de 1.8% en relación con el mismo periodo del año previo.

Todo ello sin dejar de recordar que la pandemia aún no concluye y que la invasión rusa a Ucrania ha provocado una situación en la que la economía mundial se ha desacelerado, en un escenario de altas inflaciones que en el corto plazo está siendo combatido por los bancos centrales con aumentos en las tasas de interés, que tienen como efecto colateral la desaceleración de la inversión.

En consecuencia, y sin dejar de recordar la difícil situación en materia de seguridad que se vive en algunos destinos turísticos del país, es posible que en los meses venideros se observe un enfriamiento en el ritmo de los recuperación turística, lo que, una vez más, es un llamado para multiplicar la colaboración público-privada en favor de la industria turística del país, de forma tal que se robustezca la resiliencia inherente al sector.