24 de Noviembre de 2024

La Iglesia sin sacerdotes. El derrumbe del clericalismo

Elio Masferrer

El 1 de agosto de 1022 el papa Benedicto VIII y el emperador Enrique II acordaron el celibato sacerdotal. Hace pocos días se cumplieron mil años de dicha decisión que llevó entre otras cuestiones a la ruptura definitiva entre la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Cristiana Ortodoxa en el 1045. Considero interesante la comprensión de la situación del clero católico romano en estos tiempos. Es importante recordar que, de los 24 ritos de la Iglesia católica, sólo el rito latino tiene sacerdotes célibes; los ritos orientales, bizantinos y greco ortodoxos tienen sacerdotes casados y sólo son célibes los sacerdotes de las órdenes religiosas. El rito latino abarca 91% de todos los católicos romanos. El celibato sacerdotal en el cristianismo es una cuestión jurídica y no dogmática. Los Apóstoles y los papas estaban casados.

La milenaria institución está en un dilema: volver a los Orígenes o mantener la Tradición; veamos los resultados: analizaré el Anuario Estadístico de la Iglesia Católica editado por la Secretaría de Estado del Vaticano. Para facilitar la lectura de cifras utilizaré los anuarios de 2023 y de 2019, evitando así entrar al estudio del de 2020 que podría estar afectado por la pandemia. El 2003 es un año interesante pues todavía está Juan Pablo II y el 2019 es el más reciente comparable.

Tomaré como referente la cantidad de sacerdotes y de religiosas mujeres. Todos estos constituyen el personal de tiempo completo de la Iglesia, conocido como el clero, que se convierte en una estructura burocrática, que se reproduce a sí misma en una dinámica perversa que el papa Francisco ha calificado como el clericalismo, que defiende sus intereses de grupo por encima de los institucionales.

En 2003 había 405,450 sacerdotes en el mundo, de ellos 121,501 en América. Los países con más sacerdotes eran Estados Unidos con 46,895, México con 14,800; Brasil 17,529 y Argentina 5,717. Las religiosas mujeres eran 776,269. Había 222,643 en nuestro continente, de las cuales 92,985 en Estados Unidos, 29,054 en México, 34,523 en Brasil y 9,445 en Argentina.

En el 2019 habían disminuido en términos relativos y a veces en términos absolutos:  Los sacerdotes a nivel mundial eran 414,336, nueve mil más que hace 16 años, habían crecido un 2.2%, preferentemente en África y Asia, pues en América se habían estancado en la misma cifra de 121,693. En Estados Unidos el descenso fue alto, tenían 20 mil sacerdotes menos (26,970). En México hubo un ascenso aparente a 17,405 sacerdotes, pero esto fue con una estrategia de los obispos de no incluir las renuncias, ni informar sobre defunciones. En Brasil habían aumentado a 22,527 (+28.5%) y en Argentina estaban en 5,636, poco menos que en 2003.

Las vocaciones femeninas estaban en 630,099, 146,000, menos que hace 16 años. En América, las religiosas habían descendido a 154,717, 68,000 menos. En Estados Unidos eran 41,416, menos de la mitad de hace 16 años y en México ascendían a 30,523. Es importante destacar que ciertas órdenes y congregaciones femeninas mexicanas han sido exitosas en captar nuevas vocaciones. En Brasil habían descendido a 25,842, nueve mil religiosas menos. En Argentina bajaron a 6,826 monjas. No olvidemos el envejecimiento del personal y que las ordenaciones de sacerdotes no alcanzan a cubrir la tasa de reemplazo: las defunciones y renuncias.

Han crecido notoriamente los diáconos permanentes casados, quienes de 31,524 en 2003 llegaron a 46,238 en 2019, un crecimiento del 46.7% que podrían ser más si no hubiera una fuerte oposición de los obispos conservadores.

Sintetizando, el clero célibe está desmoronándose por la caída de vocaciones tanto femeninas como masculinas y las cifras no reflejan que la edad promedio de los sacerdotes está en los 65 años y las religiosas son aún más altas. Lo que sí crece es el presbiterio casado, la Iglesia católica, a mil años de proclamar la exigencia del celibato podría desaparecerlo y dejarlo sólo para las órdenes religiosas. El problema es de PODER, el monopolio patriarcal del poder masculino en la Iglesia está cuestionado por la realidad.