¿La Iglesia Católica es perseguida?
JAVIER RODRÍGUEZ
La Iglesia Católica aún es perseguida. Para algunos, esta afirmación es difícil de creer; sin embargo, basta con poner la mirada en Nicaragua para recordar que la persecución a la fe es algo que existe en el siglo XXI.
En solo cuatro años, la Iglesia de Nicaragua ha sufrido unos 200 ataques y profanaciones a cargo del gobierno de Daniel Ortega. ¿El motivo? La Iglesia alzó la voz en contra de la corrupción y el nepotismo que se vive en ese país. Algo tan sencillo como levantar la voz para señalar las injusticias derivó en detenciones arbitrarias, ataques a templos y acoso a sacerdotes; todo, bajo el argumento de que la Iglesia busca “desestabilizar al Estado”.
De acuerdo con la Lista Mundial de la Persecución 2021, publicada por la Misión Puertas Abiertas, a nivel mundial existen más de 340 millones de cristianos perseguidos. Incluso, Puertas Abiertas califica a México como víctima de persecución severa pues quienes se identifican como cristianos son percibidos como una amenaza para las actividades criminales, o porque rechazan explícitamente cualquier demanda o solicitud de las organizaciones criminales.
Hace apenas dos meses, dos sacerdotes jesuitas fueron asesinados dentro de su parroquia a manos del crimen organizado. Ellos fueron asesinados simplemente por darle refugio a un hombre que huía de ser herido con arma de fuego. Los padres Javier y Joaquín dieron su vida por proteger a un feligrés. Dos meses han pasado y la justicia no ha llegado al poblado de Cerocahui, en la Sierra Tarahumara de Chihuahua.
Afirmar que la Iglesia es perseguida puede sonar ajeno para quienes vivimos en un contexto donde no solo existe la libertad de culto, sino que la población es predominantemente católica. Sin embargo, basta con mirar dentro de nuestro propio país para comprender que la violencia imposibilita que miles de personas expresen libremente su fe, lo cual es una clara violación a los derechos humanos.
Sí, en pleno 2022, la Iglesia Católica es perseguida. Y aunque hay quienes podemos abiertamente profesar nuestra fe, en otras latitudes hay quienes gritan “déjennos trabajar en paz”, como lo ha hecho la Iglesia en Nicaragua, donde el gobierno calló a los empresarios, calló a la oposición y hoy busca callar a un grupo que utiliza como arma la oración y mensajes de reconciliación, unidad y defensa de los más vulnerables.