24 de Noviembre de 2024

Mario en la cargada con Claudia, ¿y la imparcialidad?

SALVADOR GARCÍA

Al interior de la 4T, donde la sucesión presidencial adelantada ya lo domina y contamina todo, se habla mucho del papel que está jugando el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, que en vez de comportarse de manera imparcial y de no mostrar favoritismos por ninguna de las tres “corcholatas”, tal y como lo obligan los estatutos internos, parece haber definido ya su preferencia en favor de la jefa de Gobierno, a la que se le ve cada más cerca y compartiendo y difundiendo en sus redes sociales posteos y publicaciones de los eventos oficiales y proselitistas en la Ciudad de México.

Tan solo una revisión a su cuenta de Instagram mario_delgado1 arroja que de sus últimos 20 posteos y videos que ha compartido, el líder morenista tiene 14 publicaciones en las que aparece o se menciona a Claudia Sheinbaum, ya sea acompañándola en su informe o en sus actos y mítines por las 16 alcaldías de la ciudad, o de ella hablando ante el Congreso local, o de los gritos de “Presidenta, Presidenta” que acompañan a la gobernante capitalina en casi todas sus apariciones públicas, pero siempre en imágenes, fotos y videos que conectan a Delgado con la Ciudad de México y la administración de la doctora.

La alianza entre Mario y Sheinbaum no es nueva y surgió desde las pasadas elecciones intermedias de junio de 2021, cuando el dirigente morenista se acercó mucho a la jefa de Gobierno, en parte por su confrontación abierta con Ricardo Monreal. Y a pesar que en esos comicios no le fue nada bien a la jefa de Gobierno y se perdieron 9 de las 16 alcaldías a manos de la oposición, parece que Delgado continuó su pacto con la doctora y ahora se muestra mucho más cercano a ella que a los otros dos precandidatos morenistas a la Presidencia, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López.

De hecho, contrario a lo que muchos piensan, de que Mario Delgado por haber sido el secretario de Finanzas de Marcelo Ebrard cuando gobernó a la CDMX, estaría apoyando al ahora canciller, la realidad es que la relación entre ambos, si bien se mantiene en términos de amistad, políticamente hace tiempo que Mario se distanció de Marcelo, concretamente desde que decidió buscar la dirigencia nacional de Morena sin consultarlo ni avisarle a su antiguo jefe. En aquella contienda interna tan turbulenta, cuando Porfirio Muñoz Ledo lo acusó de estar recibiendo financiamiento oscuro para su campaña, el ahora dirigente ya había iniciado sus acercamientos hacia Sheinbaum y nunca buscó el apoyo de Ebrard.

Podría decirse que Mario Delgado, que ya para entonces se había acercado y tenía una relación de “negocios” con el empresario tamaulipeco, Sergio Carmona, asesinado el 22 de noviembre del 2021 en Monterrey, ya no necesitaba del apoyo de su antiguo jefe político Ebrard, porque a través de su amigo, el diputado de Tamaulipas Erasmo González Robledo, había encontrado a un financiero propio que apoyó su campaña para dirigente de Morena y luego lo apoyaría también para las campañas de aquellos comicios intermedios del año pasado.

Fue en esa nueva autonomía política que Mario se distanció de Ebrard, a quien ni siquiera le comentó que buscaría la dirigencia morenista, antes de ir a Palacio Nacional a pedirle al presidente López Obrador su venia para inscribirse en el proceso interno. Y ya como dirigente tomó su propia ruta y terminó acercándose demasiado a Sheinbaum, al grado de que hoy, cuando él debe fungir como el “árbitro”, aunque sea sólo de pantalla, en el proceso interno para elegir a la candidata o candidato presidencial de Morena, hoy lo empiezan a ver como cargado y parcial a favor de la jefa de Gobierno.

Todos dentro y fuera de Morena saben bien cómo se resolverá el tema de las “encuestas internas” con las que se decidirá la nominación presidencial en el partido gobernante; nadie ignora que, más que lo que diga el ejercicio de sondeo a las preferencias y simpatías de los mexicanos, lo que definirá el nombre de la abanderada o abanderado del oficialismo para los comicios de 2024, la decisión final y la que realmente vale se tomará en Palacio Nacional por el dedo presidencial, como era en los tiempos priistas y seguirá siendo en la era morenista.

Pero no estaría de más que, cuando falta exactamente un año para que esa decisión se tome –si no es que ya está tomada pero aún puede o no cambiar— el dirigente nacional del partido gobernante, Mario Delgado, guardara un poco las formas y disimulara un poco más sus preferencias personales. Que no se le olvide que él no es un militante más de Morena y que, por estatutos internos y hasta por la ley electoral, está obligado a conducir un proceso interno equitativo, imparcial y transparente, si es que no quiere enfrentar acusaciones de imparcialidad o de violentar los derechos políticos de las corcholatas que se sientan afectadas por la marcada imparcialidad y favoritismo de un presidente nacional que ya se suma a las cargadas que, como muchas otras herencias priistas, también sobreviven en el morenismo.