Estar de acuerdo en el desacuerdo
BRENDA ESTEFAN
Los presidentes estadounidense y chino se reunieron ayer en Bali antes del arranque de la Cumbre del G20. La cita había generado importantes expectativas, pues se trataba de la primera vez que los líderes de las dos potencias rivales se reunían en persona tras la llegada a la Casa Blanca de Joe Biden.
El objetivo del encuentro entre Xi Jinping y Biden era ponerse de acuerdo en cómo estar en desacuerdo, mientras Washington y Pekín continúan compitiendo por mayor influencia global. Se trataba tanto de delinear las “líneas rojas” que no deben cruzarse, como de buscar puntos de convergencia en medio de todo aquello que los confronta, a fin de disminuir las tensiones entre ambas potencias.
Para tranquilidad del mundo los dirigentes adoptaron un tono más conciliador del que habían mantenido en los años recientes. Biden afirmó que una nueva Guerra Fría no era necesaria, mientras que Xi subrayó que ambos países “comparten más temas en común que temas que los confrontan” y agregó que China no tiene la intención de “cambiar el orden internacional existente o de interferir en asuntos internos de Estados Unidos”.
Hay diferencias importantes entre Pekín y Washington en temas comerciales y tecnológicos: China se queja de los aranceles establecidos durante la administración Trump y mantenidos durante la administración Biden, pero sobre todo de las severas restricciones impuestas el mes pasado por Estados Unidos a la exportación de tecnología china de semiconductores ante las cuales aún no conocemos cuál será la respuesta de Pekín. Sin embargo, no se reportó que este tema haya sido abordado.
Taiwán es uno de los puntos más álgidos en la agenda entre ambos países. Biden ha expresado que, en caso de ataque a la isla, Washington responderá militarmente y la semana pasada Xi Jinping, en pleno día de la elección intermedia estadounidense, portando uniforme militar solicitó oficialmente al ejército chino que esté preparado para la guerra. Ayer el presidente chino declaró: “la cuestión de Taiwán está en el corazón de los intereses fundamentales de China y en la base sobre la cual reposan las relaciones entre China y Estados Unidos, y es la primera línea roja que no debe cruzarse”. Mientras que el dirigente estadounidense, quizás en el ánimo de que este tema no empañe el resto de la agenda, subrayó que él no cree que “haya un intento inminente de parte de China por invadir Taiwán”.
En cuanto a Corea del Norte, Biden se dijo “confiado” de que China “no busca una escalada” de parte de su aliado, cuyos lanzamientos de misiles balísticos de las semanas recientes hacen temer que pueda llevar a cabo un séptimo ensayo nuclear.
Sobre la guerra en Ucrania, Biden y Xi Jinping coincidieron en el rechazo al uso del arma nuclear. La Casa Blanca señaló que ambos líderes consideran que “una guerra nuclear nunca debe pelearse y nunca puede ganarse”.
También se anunció que Estados Unidos y China, los dos mayores emisores mundiales de CO2, retomarán la cooperación frente a la crisis medioambiental, que había sido suspendida dada la tensión entre ambos países por el tema de Taiwán.
Los resultados de la reunión bilateral no suenan mal, pero solo el tiempo dirá si el tono relativamente positivo de ayer traerá algún cambio en el tenor de las relaciones entre Washington y Beijing.
El 16 de junio de 2021, en Ginebra, se llevó a cabo una esperada reunión entre Biden y Putin. La Casa Blanca y el Kremlin anunciaron que los líderes habían alcanzado acuerdos en materia de control de armas y ciberseguridad. Putin declaró que veía “destellos de confianza y esperanza”. Biden dijo que se iba de Ginebra “con la genuina perspectiva de que, en general, las relaciones entre Rusia y Estados Unidos podrían mejorar”. Siete meses después comenzó la invasión rusa a Ucrania; el resto de la historia usted ya la conoce. No quiero ser aguafiestas, soy férrea defensora de la diplomacia, solo recordar que una buena reunión no es garantía de un futuro estable.