24 de Noviembre de 2024

Descabezada

SABINA BERMAN

Se despertó en la cama del cuarto de hotel y no encontró su cabeza, ah carambas.

Se miró en el espejo de la pared: era un puro cuerpo sentado sin cabeza sobre las sábanas blancas.

Y entonces notó que no miraba desde su cuerpo, miraba desde su cabeza, que estaba colocada sobre la base de su cuello en el escritorio.

Su cabeza con el pelo corto y revuelto y con ojeras moradas.

Sí, la fiesta del día anterior, posterior a la inauguración de la Feria del Libro, había sido larga. Entrechoques de copas de champaña. Clinc, clinc. Amigos que no había visto hacía más de un año. Clinc, clinc. Y más copas de champaña.

Tomó su cabeza del escritorio con dos manos y la metió al baño y empezó a maquillarla. Mira que era útil tener la cabeza aparte, colocada en el mostrador de mármol del lavabo, así una puede maquillarse con mayor objetividad.

La noche anterior, en la fiesta, aquella mujer alta y pelirroja, con un vestido negro y escotado, parada junto al mostrador de las bebidas, le había dicho bajo el barrullo de voces al oído:

—No te reconozco. Te has extraviado ideológicamente.

—¿De qué hablas? –le respondió Ruth ofendida y sin acordarse de dónde conocía a la pelirroja.

—Estás con la Derecha –la mujer dirigió la mirada hacia la esquina donde sentados en dos sofás, varios escritores panistas esperaban a Ruth. –Hace cuatro años eras de Izquierda. O eso decías.

—De centro Izquierda. Social demócrata, para ser precisa.

—Aquel grandulón es del Yunque –la regañó la pelirroja.

El Yunque: la organización secreta y fascista. El grandulón: un tipo de quijada cuadrada y sombreada por una barba incipiente y ojos color aceituna verde, una belleza masculina.

—Estás departiendo con los nazis católicos, ¿sí te das cuenta?

—Es que este gobierno de Izquierda resultó muy malo –argumentó ella. —Demasiados errores. El aeropuerto que cerraron. La polarización. La militarización. Vivimos en una dictadura. El presidente se cree un mesías. Y ni siquiera es de Izquierda.

—Dioses –se indignó la pelirroja. –Incluso has adoptado su narrativa.

—Soy consistente –se defendió Ruth. –Siempre golpeó al gobierno en turno —lo dijo en el momento que el mesero le extendió las dos copas aflautadas llenas de champaña.

Dejó a la pelirroja sin despedirse, fue a sentarse en uno de los sofás junto al hermoso fascista de ojos color aceituna, a quien le dio una de las dos copas.

Clinc. Las entrechocaron.

Al amanecer, enteramente ebria y desnuda, notó como entre sueños que el tipo que la acostaba en la cama tenía en el antebrazo tatuada una suástica, quiso reclamarle pero él la besó en los labios y luego le introdujo la lengua en la boca.

Ahí había perdido la cabeza, probablemente.

Maquillada, en un fresco vestido blanco, cruzó el vestíbulo del hotel con la cabeza bajo el brazo y un aire orgulloso. Había que afrontar las dificultades del momento con valentía y elegancia. En cualquier momento entendería como recolocarse la cabeza en el cuerpo y volvería a ser ella misma, una mujer íntegra.

Misteriosamente, la gente del vestíbulo que se volvía a verla no reaccionaba con alarma o pánico. Mira que andar sin cabeza no era tan raro, al parecer.

En el desayunador, tomó asiento junto al hermoso nazi de ojos color de aceituna verde. Él, seductor, le tomó una mano y la besó.

Esa mañana presentó su último libro. Qué está mal en este país del carajo. Un volumen de mil páginas a renglón seguido.

Sentada a la mesa de fieltro con los presentadores, los fue escuchando con atención. Uno era un priista con un historial de corrupción más largo que el río Pánuco. Otro era del Partido Ecologista, un partido que no era ecologista y tampoco partido, sino un negocio familiar. Y el tercero, un periodista experto en noticias falsas.

Ah la coyuntura, tejedora de extrañas alianzas. Lo que la unía a esos bastardos era el rechazo al gobierno de Izquierda, tan fallido.

Y la cabeza de Ruth, colocada ante su cuerpo descabezado y sobre el fieltro verde de la mesa, solo tenía ojos para ver entre el numeroso público al fascista de los ojos color verde aceituna.