24 de Noviembre de 2024

De la Selección a la reconciliación

ADRIÁN RUBALCAVA

¿Duele? Sí, duele mucho. La eliminación de la Selección Nacional en la Copa del Mundo 2022 duele por igual a quienes le van a las Chivas que a quienes le van al América. ¿Por qué? Porque ese equipo nos representa a todes.

Y así como duele no avanzar más allá de la fase de grupos, también nos dolió la ausencia de nuestra selección femenil en su respectivo mundial. Y duele porque el fútbol se ha convertido en un fenómeno de identidad nacional, al menos así lo percibo en el ánimo de la gente cada que observamos a nuestras selecciones nacionales competir con otros países.

Si bien este trago amargo lo superaremos, quisiera enfatizar aquello que representa la algarabía de nuestra gente al festejar algo con sus equipos nacionales. Todes recordamos con emoción los campeonatos sub-17 de 2005 y 2011, la Copa Confederaciones conseguida en 1999, la medalla de oro en Londres 2012 y partidos de ensueño para la afición en distintos certámenes (contra Ecuador en 1993, contra Italia en 2002, contra Brasil en 2014 y Alemania en 2018, entre otros).

¿Qué festejamos? ¿a qué apela nuestra alegría en esos momentos? Me parece que la respuesta parece demasiado simple pero no lo es: festejamos porque independientemente de nuestras condiciones, preferencias y simpatías, somos de México y México es nuestra identidad. Y da lo mismo a qué equipo le vamos o en qué partido militamos, pues cuando se trata de pensar en México, ahí sí jalamos parejo. O al menos deberíamos hacerlo.

En los últimos días, observé con atención diversos videos que se hicieron virales con reacciones de la gente a la majestuosa atajada que Guillermo Ochoa le hizo a uno de los delanteros más peligrosos del mundo: Robert Lewandowski. Quedarán en nuestra memoria los videos de niños y niñas en diferentes escuelas del país, celebrando tal hazaña. Pero también hay otro video que refleja a mi parecer, que cuando se trata de México somos uno mismo: aquel que nos mostró a jugadores y miembros del Club Guadalajara celebrar lo hecho por el portero mexicano, que milita en el archirrival América.

La importancia de este video me parece trascendental, pues no hay mejor muestra de que los mexicanos somos capaces de olvidar las diferencias y reconocer las virtudes “del otro” cuando se trata de tener un mismo objetivo: que le vaya bien a nuestro país. Esto es válido para el deporte, como para tantas otras arenas en donde la conciliación, de una u otra postura, es posible y necesaria. Estoy seguro de que los aficionados americanistas hubieran gritado con la misma alegría, un gol de Alexis Vega, jugador de Chivas.

Al margen de lo que deba de hacerse para que tengamos un fútbol que multiplique esas alegrías, la enseñanza principal de cada certamen internacional, en donde todes estamos a la expectativa, es que las cosas sí pueden suceder y, sobre todo, hacerse bien y para todos a través de la unidad, de la concordia y de la fraternidad que como sociedad mexicana hemos sido capaces de mostrar en estos idílicos momentos deportivos en donde somos uno mismo.

Varios teóricos de la sociedad civil señalan que algunos de los principales activos de ésta, deben ser la confianza y la tolerancia, y les sobra razón. Confiar en el otro y demostrar tolerancia son elementos esenciales para darle armonía a nuestro variopinto de opiniones y preferencias.

Así y, sólo con esa altura de miras, podremos lograr la unidad nacional que todos queremos, es decir, a través de la concertación, la conciliación y la fraternidad. Si el futbol nos ha demostrado que cuando se trata de México somos uno mismo, ¿por qué no hacer lo mismo en la política?