Los primeros
FJ KOLOFFON
Tengo un buen amigo que mandó las tradiciones y los negocios de su familia al diablo y se dedicó mejor al yoga. Un buen día, se subió a un avión, se despidió de México por la ventanilla y hoy es un swami en la India.
También continúo cercano a la primera de mis amigas que no sólo nos anunció su divorcio, sino que además se sentía atraída por una mujer. Los primeros que se arriesgan a hacer algo fuera de lo común y se atreven a cambiar el rumbo de lo esperado por fidelidad a sus sentimientos, tendrían que ser dignos del respeto de todos.
El jueves, la francesa Stéphanie Frappart, la brasileña Neuza Back y Karen Díaz, de México, se convirtieron en las primeras mujeres en arbitrar un partido de Copa del Mundo varonil. Las tres, atinadas en todas sus decisiones sobre la cancha, se veían pletóricas. La satisfacción se les salía del rostro por la sonrisa.
Qué orgullo ser el padre de alguien así de rebelde, por más que en algún momento, con seguridad, te hayas sentido vulnerado y que te rompían los esquemas. A veces, me pregunto si no estaremos equivocados y si la paternidad no debería más bien consistir en enseñarle a los hijos a desobedecer, a romper con educación —pero con contundencia— las reglas y a desafiar lo establecido para que el mundo evolucione.
Aunque ya casi todo está hecho, siempre existe la posibilidad de ser los primeros en tantísimas cosas: Alzar la voz, en guardar silencio, en fijarnos una meta, en renunciar a una empresa o hasta darse de baja en una carrera para apostar por ser artista. El primero de la familia que se dedicó a la pelota o que puso un negocio exitoso. Quien prefirió simplemente ser feliz.
No se trata de hacer cosas grandísimas, pero sí de sentirse grandioso, así como lucía el trío arbitral en el Alemania contra Costa Rica. No vinimos a destacar, pero sí a marcar una diferencia, a hacer lo nuestro, eso que nos vuelve únicos. Estamos aquí para ser dueños de nosotros mismos, que es justo el significado de la palabra swami: amo de sí mismo.