Navidad y los reyes magos
JEAN MEYER
Leo y releo el fabuloso librito de Michel Serres, Relire le relié. Después de evocar las tres revoluciones paralelas que fueron, en la Antiguedad, el surgimiento del alfabeto, de la moneda y de las matemáticas, se pregunta si la cuarta revolución, la religiosa, no estuvo relacionada con ellas. “Desde aquel entonces, la humanidad intenta explicar, dominar al mundo, y entenderse a sí misma por medio de las cuatro redes, tejidas por la moneda, las ciencias, las lenguas y la religión.” Más adelante, habla de los tres reyes magos y del relato evangélico que los escépticos descalifican como un mito. ¿Y qué? pregunta Serres quien encuentra en los mitos claves esenciales.
“Reyes quizá, sabios seguramente, Gaspar, Melquior y Baltazar, guiados por una estrella, caminan. Como una vieja tradición cuenta que cada uno representa un tercio de la humanidad, es el mundo entero, en porvenir, que viaja.” Por cierto, encontré en documentos judiciales de la Nueva España, que hubo un cuarto rey, el rey indio, que nunca llegó porque se perdió en camino. Lo cuento en mi A la voz del rey. El primero rey mago que ofrece oro, es el economista; el segundo da mirra con virtudes medicinales: es bioquímico; el tercero, con el incienso, es el poeta. Son los mejores en su papel. “Hoy diríamos que Gaspar-oro hubiera merecido el Nobel de economía, Melquior-mirra, el de física o medicina, y Baltazar el de literatura o de la paz.” Los tres saben que el dinero, la ciencia, la comunicación pueden construir o destruir, hacer y deshacer los gobiernos, la guerra o la paz.
En ese mito de una profundidad insondable, los tres reyes presentan al niño rodeado del buey y del burro sus ofrendas poderosas y ambivalentes. ¿Qué vinieron a buscar en Belén? ¿Más riqueza, saber, poder? Como magos, saben, como reyes, pueden. Astrónomos, al seguir la estrella – estrella que figura en la bandera de Israel y de los países musulmanes- buscaban posiblemente la cumbre del poder y de la gloria. Explicaron al rey Herodes que sabían que un rey acababa de nacer. Al final de su largo viaje, ¡o sorpresa!, encuentran un bebé recién nacido, acostado en un pesebre, rodeado de animales comunes y corrientes y de una pareja que aún no se registra en el censo universal ordenado por el emperador romano. Nada de riqueza, ciencia, lengua.
Michel Serres comenta: “Buscaban el todo, descubren la nada. Buscaban un rey más poderoso que sus tres potencias bajo el firmamento que les mandaba la luz y descubren al fondo de una cueva helada, tres sin hogar tirados en la paja, acompañados por un buey y un burro, y visitados por los pastores vecinos. Buscaban la energía ordinaria y global, que transforma al mundo, descubren la extrañeza, casi vacía y sutil, de la información. Descubren, finalmente, que esa nada de poder y gloria lo es todo. Vuelta total: poderosos, sabios, linajudos, con el dinero, la ciencia y el lenguaje, descubren de repente a la religión en lo que tiene de débil, pobre y popular. En verdad, los reyes magos descubren la religión a la hora de su nacimiento.”
Nuestra fiesta popular de los reyes magos viene inmediatamente después de la Navidad y pertenece al ciclo de la Epifanía, palabra griega que se aplica a una aparición en la luz. La luz que ilumina a los tres monarcas acostumbrados a vivir en palacios, astrónomos instalados en las torres más altas, que descubren en la cuna de un niño, bajoel aliento de los animales que lo calientan, una “buena nueva” que no acabamos, hasta la fecha, de entender, de tomar en serio.
Navidad= Nacimiento, origen, fuente, en la noche, bajo las estrellas, entre los pastores, gente del pueblo. Poderosos, los reyes magos se prosternan frente al niño inerme y dependiente. El rico Gaspar se arrodilla frente a la pobreza sin hogar, el científico Melquior acompaña a los ignorantes pastores. El letrado Baltazar respeta el silencio de María y José, silencio posiblemente entrecortado por los ruiditos del bebé y de los animales. El evangelio nos dice que quedaron fascinados, para nada decepcionados.