La historia de los “casi”. No se ha hecho lo suficiente. No se está haciendo a la velocidad necesaria. Esa es la verdad. El casi alcanzamos la paridad en los puestos de alta dirección en el mundo corporativo, que el año pasado se vislumbraba lograr en poco más de una década, hoy se aleja en el horizonte. En Estados Unidos, el crecimiento de las mujeres en posiciones de dirección ha perdido velocidad.
En las posiciones de alta dirección, las llamadas C-Suite, las mujeres perdieron escaños por primera vez desde 2005. Así lo registra S&P Global Market Intelligence en una publicación de hace unos días. “Las mujeres ocuparon solo el 12.2% de las aproximadamente 15 mil posiciones de la C-Suite en empresas estadounidenses que cotizan en bolsa en 2022. Sin embargo, las mujeres retrocedieron en el progreso al 11.8% en 2023”, señala el reporte Elusive Parity.
El cambio en esta tendencia sorprende porque precisamente el año anterior había sido el de mayor crecimiento, y además en 2021 los números de crecimiento habían vuelto a los registrados antes de la pandemia.
Por otro lado, aunque la lista de mujeres CEO en las 500 de Fortune ha alcanzado un 10.4% del total directivos en 2023, si analizamos los periodos que permanecen las mujeres frente a los hombres en estas posiciones, resulta que, en las últimas dos décadas, las mujeres CEO’s duran en promedio 3.8 años en sus puestos, frente a cinco años que se suelen quedar ellos.
Reiteramos por un lado que la paridad de género ha vuelto a los niveles previos al Covid-19, pero la velocidad del cambio ha disminuido. Ya no se registran en diferentes rubros los aumentos potenciales como los veíamos antes de 2020. Y en ese casi, las mujeres siguen siendo las primeras víctimas, en este caso, de las crisis en el mercado laboral.
Y por otro lado, reiteramos que el mundo se resiste a que las mujeres lleguemos a los puestos de poder. Multifactorial. Los Consejos de Administración no empujan a que suceda de forma radical; las mujeres renuncian porque no hay un piso parejo ni dentro ni fuera de las oficinas, porque hay menos margen de error para ellas, porque llegan a los puestos de alta dirección pero en mucho menor medida a los puestos de CFO’s o COO’s (que son a quienes contemplan para sustituir a los CEO’s salientes) y también -según un análisis de la propia Fortune, son más mujeres elegidas para CEO’s para las empresas que están en declive.
También se habla de que en Estados Unidos se ha perdido interés en la conversación y las políticas de igualdad en el mundo corporativo. ¿Cómo? Y en México apenas estamos empezando. Sin embargo, no solo es el mundo corporativo sino el mundo en general que parece harto de esta ola feminista.
Para rematar, un dato más preocupante: el consumo de alcohol se ha incrementado entre las mujeres más que entre los hombres. De todas las mujeres que beben más cantidades con mayor frecuencia, son precisamente las mujeres que están llegando a esos puestos de poder. Qué desequilibrio y exigencias.
Y si bien a los patriarcales podría parecerles motivante, quizás no es el rubro de extrema derecha el que debe de preocupar tanto como el que no se ha enterado siquiera de los beneficios de una sociedad igualitaria.
Existen esfuerzos, de organizaciones, de asociaciones, de fundaciones, sí. Hubo una marcha inédita en términos de diversidad el pasado 8 de marzo. Sí. Pero no está siendo ni será suficiente a este ritmo.
¿Dónde están las mujeres empresarias en puestos de poder? ¿Dónde están las cámaras? ¿Qué negocian o qué no están negociando? ¿Por qué no están exigiendo más? Las revoluciones cuestan más. Y si no metemos más vida en ello, se nos irán los años viéndola pasar demasiado rápido mientras el feminismo va demasiado lento.