28 de Junio de 2024

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Así como debemos combatir la ansiedad por el futuro, no podemos vivir clavados extrañando el pasado. Muchos usan frases nostálgicas como: “todo pasado fue mejor”, con las que siembran en sentimiento de añoranza y de rechazo por lo nuevo.

Pero qué sentido evolutivo tiene ponerse en esa perspectiva, imagine que lo creyéramos al 100% estaríamos completamente estancados. La nostalgia es un sentimiento realmente complejo y peligroso, pues hasta los recuerdos más alegres, portan el dolor de un pasado que ya no se repetirá ni volverá. Hasta bien avanzado el siglo XX, la nostalgia se consideró una enfermedad con síntomas desadaptativos, como tristeza, desgano e insomnio.

Recién en 1979, el sociólogo norteamericano Fred Davis la describió como un anhelo sentimental por personas, lugares o situaciones que nos hicieron felices en el pasado. ¿Sirve para algo la nostalgia? Los especialistas dicen que evocar sentimientos entrañables a través de música o películas ayuda a reponer nuestro sentido del yo, nuestra identidad.

“Nos da una forma de pensar sobre quiénes somos y nos ayuda a dar sentido a nuestro propósito en la vida", explicó Krystine Batcho, profesora de psicología, a National Geographics. El estrés y la ansiedad, que a menudo resultan de una preocupación excesiva por el futuro o de arrepentimientos sobre el pasado, tienen efectos negativos comprobados sobre nuestra salud física. La práctica de vivir en el presente puede ayudar a reducir estos factores de estrés, lo que a su vez puede mejorar la salud cardiovascular, fortalecer el sistema inmunológico y aumentar la longevidad.

Actividades como la meditación, el yoga y la respiración consciente son herramientas efectivas para mantenernos centrados en el presente y promover el bienestar físico. Este aspecto positivo me parece fabuloso e indispensable, lo que no tanto, es vivir mirando atrás. Hacerlo nos resta la posibilidad de visivilizar el presente e intentar planear el futuro. Y no se trata de olvidar, no.

Se trata de saber qué paso, revisar las oportunidades y enseñanzas, no repetirlas y atreverse a experimentar cosas nuevas sin comparativas. Aunque suene a cliché, el presente él lo mejor que tenemos y urge detenernos a apreciarlo con el tiempo y la energía necesaria, para disfrutarlo, agradecer por él, e incluso, eternizarlo en nuestra memoria para que conforme recuerdos y nostalgias positivas que también nos sirvan de arranque para querer repetirlo y/o mejorarlo.

Hay que aprender a avanzar con la vida, con el día a día, fluir con los cambios, con los movimientos, no aferrarse a lo que ya no es. Uno de los principales peligros es que idealicemos los viejos tiempos. Al pensar en cómo era nuestra vida antes, la memoria puede traicionarnos llevándonos a exagerar los buenos recuerdos y minimizar los problemas del pasado.

Hay que tener siempre la confianza de que el universo tiene siempre los tiempos perfectos, y nos da la posibilidad de ir escribiendo capítulos diversos en nuestra vida, necesitamos siempre ir hacia delante no para atrás, y así como dedicamos tiempo en repasar y repasar un pasado, otorgarlo a observar a detalle nuestro presente, encontrando y resaltando todo lo bello a los que estamos siendo expuestos y retomo la acción del agradecimiento.

La gratitud que surge de esta apreciación puede transformar nuestra perspectiva, haciéndonos más positivos y resilientes ante los desafíos. La práctica de la gratitud diaria, como escribir en un diario de gratitud, es una forma efectiva de anclar nuestra mente en el presente y cultivar una actitud de agradecimiento. Y por último añorar el presente es también un acto de autoaceptación y amor propio.

Nos permite reconocer y apreciar nuestras experiencias actuales, lo que a su vez nos ayuda a crecer y desarrollarnos como individuos. Espiritualmente, muchas tradiciones enseñan la importancia de vivir en el presente como una forma de conectarse con algo más grande que uno mismo, ya sea la naturaleza, el universo o una entidad espiritual. Esta conexión puede traer una sensación de paz y propósito que trasciende las preocupaciones mundanas.