La histórica decisión de Joe Biden de retirarse de la contienda presidencial salva el legado de un hombre que ha dedicado medio siglo al servicio público y abre un juego completamente nuevo en la campaña presidencial rumbo a la elección de noviembre.
Ahora toca al partido demócrata decidir un método que termine en un candidato/a de consenso, con un compañero/a de fórmula también de consenso, para enfrentar al candidato republicano, Donald Trump.
Lo más probable ahora es que el partido demócrata se una alrededor de la figura de la vicepresidenta Kamala Harris.
El retiro de Biden abre la posibilidad de que el partido decida en lo que se conoce como una "convención abierta" (en donde los candidatos compiten por los votos de los delegados estatales, que ya no tendrán el compromiso de votar por Biden), pero me parece improbable: el formato corre el riesgo de fracturar al partido.
Negarle la candidatura a la primera mujer de color en ejercer la vicepresidencia corre el riesgo de deprimir sectores centrales de la coalición demócrata.
Además, no veo quién se anime a comenzar esa suerte de rebelión.
Los principales aspirantes son Gavin Newsom, J. B. Pritzker y Josh Shapiro, gobernadores de California, Illinois y Pensilvania. De los tres, solo Shapiro proviene de un estado en juego, pero me parece que ninguno va a querer "bajar" a Harris.
La única figura que, en la práctica, podría querer la candidatura, viene de un estado en juego y tendría posibilidades de ganarla, es la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer.
Pero Whitmer acaba de declarar que no le interesa. Por eso creo que la candidata será Harris, y la pregunta central será a quién elegirá como compañero/a de fórmula.
¿Mis favoritos?
Whitmer. Andy Beshear, el gobernador de Kentucky, que ha conseguido reelegirse en un estado tradicionalmente republicano.
Y sobre todo Mark Kelly, senador por Arizona, cuyo nombramiento pondría en juego un estado que parecía perdido para Biden
Aun así, todo puede pasar.