22 de Abril de 2025

La zona euro ofrece muchas lecciones por lo prolongado de su crisis y las trasmutaciones que ésta ha tenido desde 2008. Una es que los líderes políticos electos perdieron el apoyo de la población y luego las elecciones, al perseverar en la aplicación de reformas con costo a las clases populares y media.

En la primera ronda salieron los líderes de España, Italia, Francia, Reino Unido y Grecia, entre otros. Los reemplazos de éstos, después de condenar a sus antecesores por ineptos, siguieron haciendo básicamente lo mismo que ellos, con el argumento de que no tenían alternativa.

Hoy estos remplazos enfrentan elecciones muy difíciles en una segunda ronda de la crisis. Así es para Hollande, Rajoy, Samaras (en Grecia) y, quizás más tarde, Renzi. Quienes ganan el apoyo que éstos pierden no son los segundos partidos más importantes en cada país, sino una oposición relativamente nueva. Esta es aparentemente más radical, pero eso no le quita que algunos de sus planteamientos son los únicos viables para la realidad de estos países.

Un ejemplo interesante es Grecia, en donde habrá elecciones el 25 de enero. La nueva oposición es de Syriza, cuya plataforma se basó en el rechazo al rescate financiero de ese país por la “troika” de la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo.

El apoyo que ha ganado es porque el actual y el anterior gobierno redujeron el déficit fiscal con recortes de inversión y programas y servicios sociales, es decir, empobreciendo a la clase media y trabajadora. Esto causó un desplome de 23% en su producto interno bruto (PIB) y aumento de desempleo del 7% al 27%. Y la deuda pública aumentó de 119% a 188% del PIB.

Syriza pide una quita de deuda y es lo único realista. Si la fuera a reducir a 60% del PIB (como lo exige la zona euro) tendrían que lograr un superávit presupuestal antes del pago de intereses de 7% del PIB para los próximos 10 años. Aparte de inútil, esa “hazaña” es inviable, pues no permitiría a la economía crecer.

La respuesta de los miembros fuertes de la zona euro es que si rechaza el rescate ya comprometido, Grecia tendría que salir del sistema euro y enfrentar el caos del cambio a una nueva moneda.

Al acercarse la fecha de la elección, Syriza ha ampliado la descripción de su plan y comenzado a ganar simpatías por su promesa de liberar a la economía de los intereses de los oligarcas griegos. También, por su promesa de revisar casos de grandes compras del gobierno en infraestructura, transporte y desarrollos urbanos en las que se sospecha de corrupción.

Si ganara y cumpliera nada más con esto último, Syriza lograría una modernización mayor que la que pudo lograr como miembro del euro. Su promesa de desligarse de políticos que hacen “negocios” con las compras públicas es lo que la distingue del actual gobierno, quien al no hacerlo careció de la fuerza moral para gobernar en tiempos difíciles.

Es temprano para decir si ganará o no, y si cumplirá o no. Si no cumpliera, sería un gobierno más de oposición, en este caso, de izquierda, que llega al poder para luego desprestigiarse. Lo que es claro es que la población ya aprendió a identificar los proyectos social y económicamente viables de los que no lo son. Por eso mismo el apoyo a Podemos (en España) y, en el caso de la migración, al Frente Nacional, en Francia.

La lección es que la actual crisis no se resuelve con soluciones de bolsillo, como son las alianzas regionales, las reformas estructurales, o nuevos pactos que no llevan a nada. Más que recetas económicas mágicas, lo que tiene a la zona euro en crisis es la falta de políticos de visión y calibre.