17 de Mayo de 2024

-Electricidad y el modelo primario

Por Julio César Vega Olivares

El éxito del modelo de desarrollo estabilizador algunos lo refieren a la estabilidad de precios, particularmente el del dólar, cuya paridad se mantuvo fija durante este periodo.

Pero eso no fue resultado de una política nacional a la que ahora se le atribuyen muchas cualidades y la ejemplifican como modelo de crecimiento económico y que también se ha calificado como el modelo de la revolución, sino de los controles monetarios del recién estrenado FMI, que era el nuevo juguete norteamericano de postguerra y a que los norteamericanos estaban más ocupados por apropiarse del mercado europeo y del petróleo del Medio Oriente, que de un país  sin petróleo y con graves carencias.

EL país se industrializa durante este periodo. El modelo de industrialización parecía el correcto para alcanzar el desarrollo, imitando a los centros mundiales, pero con toda la maquinaria chatarra de Estados Unidos que ellos ya estaban por sustituir ante su reconvención industrial, renovando su parque de maquinaria con mayor tecnificación en el salto tecnológico de postguerra, eso fue inalcanzable.

México en esa época utilizó el proteccionismo para mantener operando la industria nacional de la invasión comercial extranjera, de la penetración de la productividad externa que desplazaría nuestra producción doméstica con un recurso simple, cerrando nuestra economía, estableciendo aranceles que compensaran nuestra falta de productividad que el Gobierno cobraba, pero  manteniendo un mercado cautivo que no obligó a elevar la calidad ni la productividad.

La energía jugó un papel importante en el esquema, pero el esquema central de concentrar el dinamismo en el sector primario impide el desarrollo real del país. El crecimiento del PIB en el periodo 1946-1976 fue del seis por ciento en promedio, pero no se avanza en un proyecto autosostenido y con  competitividad.

Y ese esquema primario tan dañino, guardadas las distancias, es el mismo esquema que mantenemos hasta la fecha; un ejemplo simple es vender crudo y comprar gasolina, vender cacao y comprar chocolate, crear una fuerte dependencia de capitales y de artículos extranjeros, hacernos más dependientes del exterior y convertir a México en un importador neto de artículos de consumo industrial y doméstico.

Ahora, el modelo económico actual ya rechina, pero quién dice que cuándo se agota no es el país, sino los vecinitos del Norte; por ejemplo, cuando conviene a sus intereses, ellos decretan el momento en que se da como terminado el modelo de sustitución de importaciones, cuando estábamos a medios chiles y también cuando se devalúa el dólar a principios de los años 70 como resultado de la inflación mundial que ellos provocan al imprimir dólares al por mayor, mismos que exportan con generosidad al resto del mundo y se lavan las manos explicando que lo que realmente sucede es que hay una crisis de sobreproducción, pero no aclaran que de dólares, y entonces se decreta un exceso de liquidez en el sistema mundial y se obliga al tercer mundo a endeudarse y a cubrir los intereses de un capital falsificado. México entra entonces a la denominada atonía económica de los 70’s y sólo se sostiene gracias a los descubrimientos petroleros de finales de los años 70’s y al crecimiento de la deuda externa.

Ahora en 2016 se  nos informa que la energía eléctrica nuevamente sube de precio; recordemos que en su informe anual en 2014, la CFE, en el rubro  de visión estratégica y principales logros, nos promete que “con la Reforma Energética la CFE da inicio a una nueva etapa; su objetivo es brindar un servicio eléctrico de mayor calidad , menor costo  y más amigable al medio ambiente; así, la CFE podrá contribuir a reducir las tarifas de energía eléctrica en el país, en beneficio de la industria, los comercios y los hogares mexicanos”, pues nos duró poco el gusto.

Considerando que el 80 por ciento del costo de la generación eléctrica depende del costo del combustible, y que por tipo de combustible la generación eléctrica en México tiene la siguiente estructura: 45 por ciento, gas, el 30 por ciento, carbón; el 24 por ciento, combustóleo, y el  uno por ciento, diesel, y que los productores del sector privado participan con el 32 por ciento del total de la energía eléctrica nacional, casi toda a gas, la energía eléctrica de origen eólico es del 4.2 por ciento del total generado por el sector privado; la CFE ha dejado este importante nicho al sector privado extranjero con grandes ganancias. Partamos de que el viento es gratuito, es decir, el combustible no cuesta, entonces no aumenta de precio, ahora a estos productores les aumentaron sus ingresos, ya que no se ha indicado si prorratearán las tarifas de generación.

El mes de julio de este año parece un mes de  aumentos, la gasolina, los petrolíferos, el combustóleo y el  gas natural, principales combustibles para la generación eléctrica, ambos suman el  69 por ciento del total consumido por la CFE, que según se informa, aumentaron de precio 8.4 por ciento y 18 por ciento, respectivamente, y el gas natural se importa en volúmenes considerables, lo que fue afectado por la devaluación, y consecuentemente sube la energía eléctrica para el sector industrial entre el dos por ciento y el cinco por ciento. El comercial, entre cinco y siete por ciento, y el domestico de alto consumo, 6.8 por ciento, todo respecto de las tarifas del 2015.

Los industriales se dan por sorprendidos con esta medida y amenazan con trasladar este aumento en las tarifas eléctricas al consumidor final, pues dicen que difícilmente podrán absorber este aumento, mismo que se suma al efecto inflacionario de la devaluación del peso, ya que importan la mayoría de sus insumos, lo cual puede iniciar un ciclo inflacionario muy peligroso.

México parece un país con mala dirección financiera y monetaria, y sin una política económica seria y definida de gentes que le fallan al Presidente Enrique Peña Nieto y a México. 

Los combustibles suben porque permitimos fijar los precios en mercados externos, y porque somos un país netamente importador y simplemente impactamos la economía nacional con costos parásitos, afectando gravemente las cadenas productivas nacionales y el mercado interno con sus graves consecuencias sociales.