18 de Mayo de 2024

Heterogeneidad democrática

Por Julio César Vega Olivares

Tal vez algo que nos resulta muy decepcionante en nuestro sistema político es que la corrupción haya infectado no solo las áreas de la actividad económica sino también aquellas de participación social, como lo es la corrupción de la vida democrática.

Los pensadores políticos en su concepción teórica no incluyeron las posibles desviaciones que ocurren en la política real y las existentes entre la libertad política y la democracia como forma de gobierno.

Esto por una parte derivado de la individualidad que fracciona y fragiliza la expresión colectiva, debido a su naturaleza indeterminada y dividida, lo que por otra parte ocasiona la pérdida de su legitimidad simbólica, la cual se anula en la heterogeneidad social, al no poder legitimar consistentemente sus antagonismos.

Por su parte el sistema como mecanismo de control; mantiene intereses coherentes que representan una fuerza convergente, sustentada en recursos antagónicos al individualismo, pero que puede redirigir a la colectividad, cuya voluntad es manipulable, al resultar una fuerza dividida por su propia heterogeneidad, que es susceptible de canalizarse en función de estímulos externos, incluso en sentido contrario a  sus propios intereses, como ha venido sucediendo en cada elección por muy democrática que parezca, en la cual la interacción mediática que corrompe la opinión individual, la fractura, imponiéndose una voluntad ajena como propia y distorsionado su concepción de la realidad, trastocando la democracia e imponiéndole patrones de conducta que ante el manipuleo colectivo corrompen la democracia ante la falta de un simbolismo consistente a nivel individual.

Que nos hace pensar; por ejemplo que el populismo es un fenómeno enteramente político y que esta opción no es una alternativa al neoliberalismo, el cual es la única opción para  México y que el populismo es característica esencial de la izquierda, cuando también existe populismo de derecha, solo que se llama demagogia.

Sabemos que en México la izquierda no existe, los vecinos la han desprestigiado, la globalización y el neoliberalismo la han acorralado, tal vez solo existe como justificación de la existencia de una oposición, la izquierda mexicana es actualmente desde el punto de vista partidista; un lugar geométrico, no una solución al neoliberalismo. Si existen soluciones, pero el problema, es la falta de un sistema de gobierno honesto, que elimine la dependencia, la fragilidad financiera, la corrupción, la enorme deuda pública, que como una loza en la espalda del país no nos deja avanzar, y cada vez que se atacan estos problemas se culpa al populismo y señalan como populista a cualquiera que critica la situación económica, cuando es el neoliberalismo, la impunidad y la corrupción los verdaderos responsables.

Por ello debemos reflexionar detenidamente sobre los alcances del voto individual, la democracia solo persigue la libertad de votar en el acto comicial, pero la ideología persigue la coherencia del voto, la suma que gana y las fuerzas dominantes mantener el poder para controlar, la suma de voluntades es la democracia, pero cuando el poder individual es subsumido y ordenado por fuerzas ajenas, se redirecciona la voluntad individual y se obtiene un resultado distinto, se fractura la voluntad individual y como resultado se vulnera la colectiva, muchas veces fuera de la voluntad del ciudadano y sin hacer conciencia de esto, por ello debemos tratar se ser coherentes en cuando a que necesita el país, si un cambio o más de lo mismo, es lo que estamos eligiendo no personas o ideologías, por ello no debemos llegar al momento de votar sin una idea clara de lo que va a realizarse y votar compulsivamente y sin pensar, sino después de un ejercicio de reflexión para alcanzar conclusiones válidas, en relación al destino de  nuestro voto, el cual debe ser dirigido específicamente, como un torpedo a la línea de flotación de la corrupción y de la impunidad, para hundir a las fuerzas regresivas del país y coincidente en cuanto a la necesidad de la convergencia simbólica que da fuerza al individualismo, al sumarse al colectivo; pensando primero en México, como símbolo superior de nuestra aspiración democrática.