AGENCIAS
Cuando en 2011 las dos principales ciudades sirias, Alepo y Damasco, comenzaron a sumirse en una lluvia de cañonazos y bombardeos que han dejado miles de muertos y desplazados e incontables destrucciones, Isber Sabrine, un joven arqueólogo sirio que había realizado sus primeras excavaciones en su país natal antes de mudarse a España para realizar un posgrado en la Universidad de Girona, contemplaba con profunda tristeza cómo esos vestigios históricos de los que alguna vez había hablado maravillas a los turistas, se reducían a ruinas.
Desde el exilio, aún sin contar con los recursos suficientes para hacerlo, este joven de 30 años que había sido guía turístico nacional en su país, decidió crear un proyecto para tratar de proteger y salvaguardar el patrimonio cultural de Siria durante el conflicto.
Consciente del daño que las guerras han dejado en la herencia cultural de otros países del Medio Oriente como Egipto, Irak y Afganistán, Sabrine estaba convencido de que quedarse con los brazos cruzados y esperar el final de la guerra para hacer algo, no era una opción.
Sabía que había que actuar pronto. Finalmente, esa idea comenzó a tomar forma cuando, a principios de 2013, la expuso en el Congreso Internacional de Arqueología en Jordania, donde conoció a diversas personas dispuestas a colaborar, especialmente a quien se convertiría en uno de sus mayores cómplices, René Teijgeler, un antropólogo holandés y ex teniente coronel del ejército de su país, que dirigía las operaciones de preservación del patrimonio en Irak y Afganistán.
Formar una red. Un mes después de ese encuentro, Sabrine y Teijgeler habían logrado tejer una red de voluntarios de diversos países, incluyendo a gente en Siria dispuesta a colaborar como centinelas desde los diversos frentes y rincones. Así nació Heritage for Peace (Patrimonio por la Paz), una organización que desde hace dos años se ha dado a la tarea de documentar los daños que se registran día a día, con el fin de hacer un inventario que pueda ayudar en la reconstrucción de los daños, una vez que el conflicto termine.
La organización también se dedica a capacitar a especialistas en patrimonio y a civiles en Siria para tratar de salvaguardar los vestigios en medio de los bombardeos que los azotan, así como de mantener una red de contactos en diversos países para evitar el tráfico ilegal de piezas y de sensibilizar a la población siria sobre la importancia de su herencia histórica, a través de cursos y talleres que se imparten en campamentos de refugiados.