23 de Noviembre de 2024

Titanic, accidente o conspiración

DE LA REDACCIÓN

Este año se ha cumplido el 104 aniversario del trágico naufragio del transatlántico Titanic, que tuvo lugar la noche del 14 al 15 de abril de 1912. Ningún barco hasta ese momento había llevado más de 2.200 pasajeros con sus respectivos juegos de sábanas, cuberterías, vajillas y otros enseres; 36.000 docenas de huevos, 40 toneladas de patatas, 7.000 sacos de café y 12.000 botellas de agua mineral. 1.523 personas perecieron cuando la gran mole zozobró, pudiéndose recuperar poco más de 300 cadáveres, de los cuales la gran mayoría ni siquiera se pudieron identificar. Ahora, más de un siglo después, el Titanic reposa a 600 km al sur de la costa de Terranova, a casi 4.000 metros de profundidad, inmerso en una noche infinita, pues a esa distancia no llega nunca la luz del sol.

A día de hoy constituye el perfecto caso policíaco sin resolver, o al menos, sin explicar convincentemente. ¿A quiénes les podría haber beneficiado el hundimiento de este fantástico barco? ¿Sabían que también transportaba una misteriosa momia egipcia?

El Titanic fue la mayor maravilla tecnológica de su época. Medía 269 metros de eslora y tenía una altura de 20 pisos. En teoría podía permanecer a flote con cuatro compartimentos inundados, pero pensar en eso para sus constructores era poco menos que una herejía, pues era considerado “virtualmente insumergible”.

Sin embargo, ya desde su construcción hubo ciertas lagunas o cosas que se podrían haber hecho mejor. Por ejemplo, la altura de los compartimentos estanco se rebajó a tan sólo 3 metros por encima de la línea de flotación para conseguir una escalera principal más amplia y lujosa. El mismo propietario del transatlántico ordenó que sólo hubiera 16 botes salvavidas en vez de 48, para que la cubierta no estuviera abarrotada y porque “la gente no pagaba para ver botes”. Aunque este tipo de barcos habían cuatriplicado su tamaño en los últimos años, el reglamento sobre botes salvavidas de la Junta de Gobierno Británica seguía siendo el mismo (cosa que cambió después de la tragedia a estar basado en el número de pasajeros, en vez de en el tonelaje de la embarcación).

Podemos afirmar, sin quedarnos cortos en absoluto, que una cadena de acontecimientos y decisiones precipitaron al Titanic a su fatal destino. Por ejemplo, a última hora se reorganizó la tripulación, y uno de los oficiales a los que se le invitó a abandonar el barco se llevó consigo las llaves de la taquilla donde estaban guardados los prismáticos.

La misma mañana del accidente, el capitán Smith prefirió no hacer un simulacro de evacuación e irse a escuchar misa, por lo que la tripulación tampoco estaba preparada para lo que se les venía encima. Por cierto que este era el último viaje del capitán Smith antes de jubilarse. Eran muchos los adinerados de aquella época que cambiaban sus planes para viajar en un barco guiado por “el capitán de los millonarios”.

Los radiotelegrafistas no eran empleados del Titanic, sino de la Marconi. Su trabajo allí estaba mal pagado, así que enviar mensajes de los pasajeros era su forma de ganar dinero. Durante todo el día, hubo cinco alertas de hielo. El buque Californian, el que más cerca se encontraba del Titanic, en su último mensaje avisó que se había detenido esa noche debido al hielo. Pero los radiotelegrafistas en ese momento se encontraban enviando mensajes y haciendo cuentas, y contestaron groseramente al informe. La respuesta del Californian fue apagar su radio hasta la mañana siguiente. Se dice que se informó al capitán de la presencia del hielo, pero ya tarde. Aunque hay serias dudas al respecto, pues ningún oficial recuerda que el mensaje fuera entregado. En este momento se puede decir que se firmó la sentencia de muerte de miles de pasajeros del Titanic, pues el buque Californian era el único que se encontraba a menos de dos horas del Titanic, y habría podido rescatar a todo el mundo a tiempo.

En esa época, los barcos tenían que fiarse de las alertas meteorológicas por radio de otros barcos y de los vigías que se encontraban en la cofa. Los vigías del Titanic tenían que confiar en sus propios ojos a duras penas, pues no tenían prismáticos y la noche era gélida y sin luna. Mientras tanto, el mar permanecía en calma chicha y el Titanic navegaba a toda a máquina a 21,5 nudos (unos 39 km/h).

Ahora tenemos que hablar del otro protagonista del accidente, el iceberg más popular de la historia. A 3.000 km de distancia de ese punto, en las costas de Groenlandia, más o menos coincidiendo con la época en la que se empezaba a construir el Titanic, uno de los 40.000 icebergs que se desprenden cada año comenzó su peregrinaje. Este iceberg en concreto tuvo una evolución fuera de lo normal, pues alcanzó la corriente del Golfo pero a la vez estaba protegido por la corriente del Labrador, que es más fría y evitó que se derritiera a más velocidad. El Titanic se dirigía directamente a una mole de hielo diez veces más grande que él.

Cuando por fin los vigías avistaron la gran masa blanca, la reacción fue poner los motores marcha atrás y virar a babor para evitar el choque. Así que el barco chocó o más bien se rozó de costado con el iceberg, inundando cinco compartimentos estanco. Si estos no se hubieran rebajado, como comentamos al principio, se habría hundido más lentamente. Y si hubiera chocado de frente con el iceberg directamente no se habría hundido, pues el impacto principal habría sido absorbido por su mamparo de colisión, la cubierta más alta dentro del buque.

Las últimas investigaciones forenses de restos del Titanic han arrojado sorprendentes resultados, como los análisis de los remaches del pecio. Jennifer Hooper, metalúrgica forense de la universidad de Baltimore, comprobó que algunos de ellos eran de acero y otros de hierro forjado. En la época de la construcción del Titanic se estaba llevando a cabo la transición del hierro al acero. Aunque en 1910 era lo “último de lo último”, se pensó que las planchas de acero serían suficientemente fuertes aún sujetas con remaches de hierro. Hierro que al microscopio se comprobó que contenía numerosas impurezas y escorias. Esto provocó que durante el choque las cabezas de los remaches de hierro se rompieran, los de acero no pudieron evitar tanta presión y saltaron como una cremallera.

Por alguna razón desconocida, los constructores del Titanic no encargaron el grado más puro de hierro forjado, el “best best” o nº 4, sino el inmediatamente inferior. Este podemos decir que fue su “talón de Aquiles”.

Durante las investigaciones posteriores al hundimiento se tuvo poco presente el testimonio de los testigos. En general, se tienen pocos datos del impacto, sólo los testimonios de los supervivientes, bastante contradictorios entre sí en algunos aspectos. Muchos recuerdan una explosión previa antes de que el barco se partiera en dos, otros niegan que tal hecho sucediera. De hecho no se creía que el barco se hubiera partido, hasta el año 1985 en el que se localizaron los restos y se tomaron las primeras imágenes submarinas del naufragio.

Los restos del Titanic se hallan esparcidos a lo largo de 1,6 km de lecho marino. Dos horas y media se tarda en bajar en submarino hasta ellos. La proa y la popa están separadas 600 metros una de la otra. El timón y las hélices permanecen intactos.

Mediante el estudio de las imágenes exteriores e interiores del barco recogidas por vehículos teledirigidos y de restos recogidos del naufragio, los investigadores se han hecho una idea bastante aproximada del proceso de hundimiento del Titanic. Pero todavía quedan incógnitas por resolver. Algunos daños que presenta el barco son fáciles de discernir, otros no tanto. Los científicos han tratado de explicarlos en base a la presión hidráulica, la columna de agua formada al precipitarse los restos al fondo y el choque con el fondo marino. 

Todavía no se ha formulado una explicación convincente para el hecho de que el Titanic se hundiera en poco más de dos horas, entre dos horas y media y dos horas y cuarenta minutos. La fractura en el casco es de 92 metros e inundó 5 compartimentos, lo que tuvo que causar que entraran 400 toneladas de agua por minuto. Sin embargo hay investigadores que aseguran que estos daños son mayores a los que habría producido el choque con el iceberg. Como ejemplo tenemos a la llamada “gran apertura”, un agujero en el costado estribor de la proa que se sabe que no fue provocada por la masa helada. La popa se encuentra destrozada e irreconocible, rodeada de escombros retorcidos, como en un accidente de avión. A todo esto hay que añadir que no se han podido observar directamente los daños producidos por el iceberg, ya que están ocultos bajo el lecho marino.