-Los 17.5 kilómetros del centro histórico del nuevo estado alberga decenas de casonas, iglesias y plazas con leyendas de amor y de terror
-Otro espacio emblemático, un poco más alejado del primer cuadro de la ciudad de México, es Coyoacán
Por Naldy Rodríguez
Diosas prehíspanicas descuartizadas, monjes y frayles enclaustrados, conquistadores enamorados, charros bravucones y más recientemente almas en pena del trágico terremoto de 1985 son algunas historias que hoy dan vida a la mítica Ciudad de México (CDMX).
Los 17.5 kilómetros del centro histórico del nuevo estado alberga decenas de casonas, iglesias y plazas con leyendas de amor y de terror, que en el día pueden pasar desapercibidas para los 7 millones de ciudadanos que acuden semanalmente, pero que en la noche invaden el ánimo de los transeúntes.
Es a través de sus leyendas que se puede conocer cómo se fundó Tenochtitlán para dar paso a la ciudad colonial hasta llegar a la modernidad de sus largas avenidas, pero también algunos de sus personajes que fueron claves en el desarrollo de esa historia.
Así convergen la historia de “El empolvado”, un alma en pena de una víctima del sismo del 85` que ronda por la Alameda Central por las noches, y la del Chalequero, el primer asesino serial del que se tiene registro en el país con al menos 20 víctimas, todas mujeres que se dedicaban a la prostitución.
También se cuenta que una monja se aparece de vez en vez en el tradicional Café Tabuca, fundado en 1912 y donde 20 años después perdió la vida el gobernador electo del estado de Veracruz, Manlio Fabio Altamirano Flores.
Por la iglesia de la Santa Cruz, construida en 1568 por Hernán Cortés, ronda el alma de Crispín, un Sacristan que se enamoró de una mujer casada que lo llevó a la hoguera y ella a recibir 85 latigazos, castigo que no soportó y murió antes que su amado. El lugar se encuentra a unos metros de la Alamenda.
Otro espacio emblemático, un poco más alejado del primer cuadro de la Ciudad de México, es Coyoacán, que después de la caída de Tenochtitlán se convirtió en un territorio de mestizaje, pero sobre todo cuna de leyendas e historias de la época colonial.
LA CULTURA DE LOS OPUESTOS
En una simbiosis, el respeto por la vida y la muerte se puede encontrar en la cultura prehíspanica que fundó el México Tenochtitlán sobre un islote rodeado de agua, pero de gran riqueza natural regido por sus dioses.
Solo o acompañado de un guía se puede conocer el Museo del Templo Mayor y sus ruinas que guardan las leyendas de Coatlicue, Coyolxauqui y el retorno de Quetzalcoatl. Y ubicar los lugares donde los aztecas realizaban sacrificios humanos.
El templo mayor, concebido como una pirámide de 75 metros de altura, era el centro urbanístico del Tenochtitlán desde 1325 hasta 1521, cuando los españoles fundaron la ciudad de México colonial y destruyeron todo rastro de la forma de vida de sus pobladores.
En el 2007 se encontró el monolito más reciente que aún conserva sus colores originales y representa al Dios-Diosa de la tierra, así como la vida y la muerte, haciendo honor a la cultura de los opuestos.
Entre las ruinas que quedan de lo que fue el Templo Mayor de los aztecas se desarrolla la historia del Dios Descarnado: Mictlantecuhtli, quien se enamoró de una joven mujer que terminó sin piel; y de la Coyolxauhqui, quien murió descuartizada por su hermano al percatarse que su madre, la diosa Coatlicue, había quedado embarazada con la pluma de Huitzilopchtli (un colibrí).
Continuará…