Por Nina Salguero
La tradición del Día del Niño Perdido, cobra cada vez más fuerza en Tuxpan, Veracruz, municipio en el cual la luminiscencia de las velas llena las horas de misticismo. Se sabe que también en Colombia se lleva a cabo el mismo día, pero con otra connotación, es decir, se le llama la Fiesta de las Velitas, y en conclusión todo lo que implica fuego es en sí purificador, a este nivel claro, no de incendio.
En el libro de su autoría, “Tuxpan Ilumina al Mundo” el profesor Ernesto Franco Cobos, anteriormente Delegado Regional de Turismo en la Zona Norte de la entidad veracruzana, explica cómo esta festividad se llevaba a efecto desde el siglo XVIII, y se extendió por la región debido a la evangelización aunque en realidad ha perdido su esencia, pues los carritos antes elaborados artesanalmente, compiten hoy con carros de juguete eléctricos y los niños se disfrazan, pareciendo un mini-carnavalito; entre los cientos de carritos sólo uno conservó la esencia original, dos adolescentes llevaban arrastrando una cajita de cartón sin más adornos que una vela en el centro de la caja, quizá por la misma ruta de los niños de antaño de hace 50, 60 o más años, ahora los jóvenes dicen con orgullo “así lo acostumbraba mi abuelito” y le hicimos caso.
Un perro, adornado con luces navideñas hace algún tiempo, podría haber sido llevado por sus amos para romper los esquemas y, quizá en el camino olfatearía al Niño Perdido y le podría decir a Jesús y María donde encontrar a su hijo, quizá y los llevaba hasta el templo en donde platica con los doctores de la Ley, porque no se puede negar que toda la naturaleza es obra de Dios, como lo expresó Fidel Castro “Dios no existe, está en los detalles”.
Para comprender la esencia... Evangelio Según San Lucas 2,41-51
Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años de edad, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.
Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?”. Ellos no entendieron lo que les decía. El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
Esta tradición se lleva a cabo como una velación previa al festejo de la Inmaculada Concepción de María en el Estado de Tlaxcala; este encendido de velitas se da sin la connotación que se manifiesta como una verdadera romería, en esta ciudad y Puerto.
El Prof. Ernesto Franco Cobos, en alguna de sus ponencias concluyó con lo siguiente, que bien refleja lo que es Tuxpan cada día siete del último mes de cada año.
“Así la noche oscura se viste espléndida, y mientras las flores duermen soñando con la mágica iridiscencia del paisaje, la milagrería de los cocuyos, con intermitente luz festinan la celebración, y en su vertiginoso vuelo nos conducen a las más altas dimensiones espirituales, la inquietud aumenta a cada momento y se extasía con el impresionante halo diamantino que exalta la omnipotencia divina, variación mística de destellos mil, haciendo brillar nuestra alma más que el mismo sol”.
Las calles se inundaron ayer miércoles con cientos de pequeñas lenguas de fuego, por ahora peregrinaciones y el festejo del día 12 de diciembre, donde filas enormes de Juan Dieguitos recibirán la bendición del cura, muchos por una “manda” o promesa hasta por siete años de edad, otros simplemente por tradición, no se tardará en escuchar “La Rama” originaria del Sur del Estado, siendo más nuestra “La Marmota”, que por cierto, y hablando al chile, pocos se acuerdan de esta tradición de origen huasteco, la cual debería ser rescatada por quien se acuerde de ella, sobre todo las generaciones que nos preceden, aunque existen grupos de jóvenes que luchan por recuperar lo nuestro.
CHISTECILLO:
Un viejito se mete la mano a su bolsillo, éste se encuentra descosido y como se le olvidan las cosas se pregunta:
¿Pashitas, pashitas, dónde y cuándo, compre pashitas?