La Pianista Manca
Por Nancy Jácome
“La pianista manca” es título que lleva la recopilación de cuentos del judío Ilan Stavans dentro de los cuales se relata un cuento con el mismo nombre, y es este es en particular el que me llamo la atención primero para leer.
“Ayer al despertarse supo que Dios estaba en la cocina” inicia el cuento que habla de Malvina, una joven que es tartamuda y que debe ir a clases de lenguaje para poder dominar su problema, unas clases que por demás le aburren. Pero es el piano lo que la anima día tras día, a seguir adelante. Su sueño es convertirse en una gran concertista algún día.
El padrastro y la mamá de Malvina fallecen en un viaje y a raíz de eso, la joven comienza a tener problemas con las funciones de su cuerpo, un día pierde la movilidad de su mano izquierda y debe cancelar uno de sus conciertos.
Pero afortunadamente la funcionalidad de sus manos vuelve unos días después y continúa con sus horarios, hasta que una mañana Malvina bajaría a la cocina buscando a Dios y encontrando en su lugar su mano izquierda.
Un cuento muy corto, que me dejó algo desconcertada, busqué explicaciones en el internet sobre el cuento y no encontré nada. Me ha dejado pensando, sobre todo por qué si nos comparamos con Malvina todos utilizamos la mano izquierda para algo, si yo perdiera la mía escribiría más lento de lo que usualmente lo hago y si ella es concertista puedo entender su angustia. El cuento está escrito en un lenguaje muy sencillo, pero mientras yo me sigo partiendo la cabeza tratando de entender por qué el olor a olivo es putrefacto, les iré platicando poco a poco cada uno de estos cuentos que se describen en esta pequeña obra. La cual me ha parecido muy interesante.
Otro de los cuentos incluidos es “Un cielo sin cuervos”, en esta ocasión y al contrario de otras recopilaciones este me lo he tenido que leer un poco más despacio, pues aunque es pequeño Ilán tiene una forma de escribir que te pone a pensar, no es pesimista, pero tampoco es esperanzador. Sus personajes reconocen sus errores de carácter y en Un Cielo sin Cuervos el personaje lo deja muy claro, al decir Si Zdenek te busca, ábrele la puerta. Dile por favor que fui un verdugo.
A todos nos encanta el chisme y bueno el autor nos deja ser parte de ese chisme entre amigos, al ponernos a leer una carta que Franz le escribe a su amigo y por lo que se entiende administrador de su carrera Max.
En ella habla principalmente sobre la última conversación que ocurrió entre ambos y en la cual Franz no pudo responder varios cuestionamientos, o no tal vez como él quisiera, por tanto decide enviarle una carta, en la que le confiesa varias cosas, incluso su temor a ser padre, pues según él: tener hijos es aprender a redimirse y la salvación no fue hecha para él, sino para su ausencia.
El cuento al igual que el de La Pianista Manca, vuelve a ser muy pequeño, pero cargado de muchas confesiones y de muchas aceptaciones sobre el carácter de quién la escribe, una sinceridad con la que pocas personas pueden describirse, porque muchos tal vez nos describamos como queremos ser. Pero en este caso sus personajes se describen así mismos tal cual son, con una sinceridad a veces poco humana, tal vez por eso atrapa su historia.
Él está apronto a morir y lo sabe, no entiende por qué los médicos insisten en darle diversos diagnósticos y no afrontar el verdadero de la muerte.
Y de alguna forma en una pequeña carta conocimos la obra y muerte del escritor Franz y algunos de sus temores más profundos. Una carta que escribió para un muy buen amigo, que estaba intrínsecamente relacionado con su carrera de escritor.
Es un buen libro para leértelo poco a poco, no es aburrido, pero tampoco es muy emocionante. Pero si es algo intrigante el saber qué pasa con sus personajes.
“La Invención de la memoria” tal vez sea el cuento más largo de este compendio, pero sin duda es muy entretenido, mi error tal vez, fue no dedicarle un día entero a leerlo y es que sostuve el libro ya cuando la noche se inclinaba por mi ventana, de haberlo hecho un poco más temprano no habría tenido las interrupciones que me hicieron perder el ritmo tan bueno que llevaba.
Y es que en este cuento todo comienza como un chisme de vecinas con un vocabulario refinado. Al barrio en que viven un concertista de violín y una profesora de escuela, llega a vivir un extranjero. La casera una señora ya muy mayor de edad, logró después de mucho intentar rentar la tercera casa que tenía deshabitada.
Y como toda casera le contaba los pormenores a su primera inquilina la maestra, después de que muchas personas habitaron y deshabitaron ese hogar, y después de estar mucho tiempo vacía por fin la anciana casera logró tras poner varios anuncios, rentar la casa a un extranjero.
Y así es como empieza a narrar nuestra quería maestra quienes vivieron ahí y que modificaciones hicieron a la casa y por qué razones cada vecino se tuvo que ir, de esta forma nos damos cuenta que esta vecina era muy observadora y su obsesión por observar se convirtió en un problema cuando llegó el inquilino extranjero.
Las actividades nocturnas y extrañas del vecino se convierten en el entretenimiento de la maestra, que da rienda suelta a su intromisión debido que su marido salió de viaje por un largo tiempo, por tanto no hay nadie que la moleste diciendo eso está mal.
Las cosas se complican cuando el vecino le dice a la maestra, sé que me observas por las noches y le confiesa que su profesión antes de llegar a México era recordar las cosas, pues su memoria es sorprendente, puede recitar cifras que solo le han dicho en una sola ocasión.
Y de alguna forma el cuento te hace pensar en tus vecinos y en esos pequeños detalles que rodean la vida, de quienes vivimos en una calle, “La historia humana está hecha de una cantidad enfadosa de actos que no sirven para anda” concluye la vecina a quién terminan pesándole todas las familias que vivieron en la casa de enfrente.
Es un cuento pequeño, pero yo te recomendaría tomarte unas horas sin interrupciones para leerlo, no te vaya a pasar como a mí que pierdas el paso y te quedes como que confundida por un rato.